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El amor de Dios tiene el poder de transformarnos. ¿Has experimentado su amor transformador? Quizás hayas nacido de nuevo por medio de la fe en Jesucristo, pero aún no disfrutas de la increíble verdad de que el Dios del universo te ama, conoce tu nombre, conoce íntimamente todos tus caminos, escribió todos tus días en su libro antes de que uno de ellos llegara a existir y te sostiene en la palma de su mano. El apóstol Juan se refiere a sí mismo en su Evangelio como “el que Jesús ama”, no con arrogancia ni orgullo, porque, por supuesto, sabía que Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo. Pero su identidad se basaba en el conocimiento de que Jesús lo amaba.

Quiero animarte a que te propongas comenzar cada día recordándote a ti mismo esta verdad alucinante: tú eres el que Jesús ama. Cuanto más consciente seas del amor de Dios por ti, mostrado principalmente en Jesús, más te transformará ese amor y más podrás amar a los demás de maneras que los transformarán.

En la primera parte de esta charla, te animé a comenzar cada día leyendo 1 Corintios 13, que es la descripción máxima del tipo de amor de Dios, el amor que deberíamos expresar a los demás. Y vimos que el amor es una acción, no necesariamente un sentimiento. Es elegir actuar de manera amorosa, ya sea que tus emociones cooperen o no. Y cuando comenzamos a actuar de manera amorosa, suceden cosas buenas.

Por ejemplo, aquí hay un par de cambios que a menudo son el resultado de amar a las personas con el tipo de amor de Dios:

  • El amor tiene el poder de inspirar a alguien a la grandeza.

¿Conoces a alguien que está desperdiciando su potencial? Tal vez ni siquiera sepa que tiene potencial, o tal vez tenga miedo de intentarlo. Me pregunto si supiera que tu ves potencial en él, si lo amas al alentarlo, ¿podría eso darle el poder para alcanzar su potencial?

¿Recuerdas cuando Jesús llamó a Simón como discípulo y le dio el nombre de Pedro? Se refirió a Pedro como una roca y dijo que Pedro desempeñaría un papel fundamental en el establecimiento de la iglesia primitiva y la difusión del evangelio. ¿Era Simón Pedro una roca cuando Jesús lo llamó? No, tenía un largo camino por recorrer antes de alcanzar el “estatus de roca”, pero Jesús lo llamó como llegaría a ser, y Pedro se convirtió en la roca de la iglesia primitiva.

Tengo una querida amiga que hace muchos años sufría de tartamudez, pero vi potencial en ella; tenía los instintos de una artista, así que la animé a participar en pequeños papeles en un ministerio en la iglesia, que la pusiera frente a la gente. Le encantaba hacerlo, así que se unió a Toastmasters, donde aprendió a hacer presentaciones. Ahora es muy pulida y talentosa como oradora y actriz, y ha superado esa tartamudez. Me encantó el potencial que vi en ella, y como resultado ha hecho lo que nunca pensó que podría hacer.

  • El amor tiene el poder de sanar heridas y vendar a los quebrantados de corazón.

Me encanta este versículo de Isaías 61:1

El Espíritu del Señor Soberano está sobre mí, Por cuanto me ha ungido el Señor para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a vendar a los quebrantados de corazón, a proclamar libertad a los cautivos y a los prisioneros liberación.

Tenemos el increíble privilegio de difundir el amor de Jesús de ayudar a las personas a encontrar la libertad de su pasado, la libertad de lo que las ha mantenido en cautiverio. Y cuando te acercas a una persona así por tu amor por ella y tu deseo de verla liberada de su oscuridad, te conviertes en un agente de transformación.

Pienso en una mujer que sabía que algo faltaba en su vida, a pesar de que era muy exitosa, tenía el trabajo que siempre soñó y ganaba el dinero que planeaba ganar. Entonces, un compañero de trabajo vivió el evangelio frente a ella, mostrando cada día paz, bondad y satisfacción en un lugar donde reinaba el caos. Finalmente, ella inició una conversación con él, y él la animó a leer la Biblia. Después de varios meses y muchas conversaciones, llegó a la fe salvadora en Jesús, y su vida se transformó por completo, totalmente. Su amor por Jesús y su confianza en quién era él en Jesús la inundaron y transformaron su vida.

El amor tiene el poder de transformar a las personas, las situaciones, los lugares de trabajo, los hogares y las iglesias. Pero debemos estar constantemente en sintonía con cuánto somos amados por Dios, creciendo en el conocimiento de su amor por nosotros, para que tengamos amor para compartir con los demás.

Escucha esta oración que el apóstol Pablo oró por la iglesia en Éfeso:

Y pido que, arraigados y cimentados en amor, puedan comprender, junto con todos los creyentes, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo.  En fin, que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenos de la plenitud de Dios (Efesios 3:17b-19).

Me encanta la frase de Pablo: conocer el amor que sobrepasa nuestro conocimiento. ¿Cómo se puede saber algo más allá del conocimiento? Bueno, así es el amor de Dios. Es tan ancho, largo, alto y profundo que pasaremos toda la eternidad explorando las profundidades del amor de Dios. Y debido a que su amor se extiende en nuestros corazones a través de la fe en Jesucristo, nos llena hasta la medida de toda la plenitud de Dios. Y esa plenitud se desborda hacia quienes nos rodean. Es una verdad maravillosa.

Amar y ser amado es una necesidad básica de la vida. Fuimos creados por Dios con esta necesidad de amar y ser amados. Esta necesidad está en el centro de tu ser, y si no sientes que eres amado, deja un enorme espacio vacío en tu sentido de valor y valía.

La triste verdad es que si creciste sin sentirte amado como deberías, puedes quedar emocionalmente necesitado, y eso significa que no puedes amar a los demás como deberías. No tienes amor para dar, por así decirlo. Esta falta de amor y de amar puede conducir a todo tipo de problemas emocionales y mentales, como resentimiento, amargura, un espíritu crítico, depresión. Y luego tu falta de amor de los demás, engendra más falta de amor de ti hacia los demás. Se convierte en un círculo vicioso.

Esta gran necesidad de amor puede llevarte a buscar amor en todos los lugares equivocados, como dice la canción, y ponerte en una búsqueda interminable para adquirir amor. Esa búsqueda, en realidad, te aleja cada vez más del amor verdadero e incondicional. ¿Te sientes identificado con esto? Seguro que conoces a personas que están o han estado en esa inútil búsqueda del amor.

Esta es la increíble buena noticia: el amor de Dios por ti puede llenar ese vacío interior, lo que luego te da la capacidad de amar a los demás, y luego descubrirás que el amor que les das a los demás vuelve a ti. Recibimos amor al darlo, y tenemos amor para dar porque sabemos que Jesús nos ama.

Por lo tanto, si quieres llenar tus arcas internas de amor, encuentra hoy algunas formas de amar a los demás. ¿Quién hay en tu vida hoy que necesite un poco de amor? ¿Cómo puedes darle amor?

A continuación, te damos algunas sugerencias:

  • Practica el ministerio de la presencia: pasa tiempo con alguien que simplemente necesita tu presencia. No tienes que hacer nada especial; solo propónte estar con esa persona durante un tiempo.
  • Sé empático: el amor puede implicar empatía, simpatía o compasión por alguien en tu vida.
  • Hazle saber a alguien que estás orando o que orarás por esa persona, y luego asegúrate de hacerlo.
  • Expresa tu agradecimiento cuando alguien se haya esforzado por hacer algo.
  • Sé paciente con alguien que no está haciendo lo que debería hacer. Dale un poco más de tiempo.
  • Proponte expresar amor hacia las personas más cercanas a ti, incluso cuando no sean tan amables como te gustaría.

No hace falta mucho para compartir amor con otra persona. Solo tenemos que recordar hacerlo porque el amor es una acción. Necesitamos orar para que Dios nos ayude a convertirnos en personas amorosas que, voluntariamente y con frecuencia comparten su amor con los demás. Recuerda, el amor engendra amor.

¿Cuándo fue la última vez que le dijiste a alguien: “Te amo”? Espero que no haya pasado mucho tiempo desde que le expresaste amor a alguien, y espero que no haya pasado mucho tiempo desde que alguien te devolvió esa expresión de amor. El amor tiene el poder de transformarnos, tanto como dadores como receptores de amor.

Por eso Pablo escribió a los corintios que el amor nunca falla. ¿Qué otra cosa en la vida puedes decir que “nunca falla”? La mejor computadora que puedas comprar puede fallar y falla. Un mejor amigo puede fallarte. El mejor trabajo puede fallar en brindarte lo que necesitas o quieres. Dios nunca puede fallarte, y Dios es amor. Por lo tanto, el amor nunca falla.

Nunca falla en transformar a esa persona que es difícil, aunque pueda llevar más tiempo del que deseas. Recuerdo cuando una amiga mía, Beth, trabajaba para una jefe muy difícil; nadie la quería; era exigente, antipática, amargada; simplemente una persona miserable. Dios usó un versículo, Proverbios 19:6, para decirle a Beth cómo mostrar amor a esta mujer. Ese versículo dice: Muchos buscan el favor del gobernante, y todos son amigos del que da regalos. Ella sabía que Dios quería que le diera un regalo a esta mujer en su cumpleaños.

Entonces, compró algo pequeño pero considerado y escribió una nota agradeciéndole por buscar la excelencia y la dejó en su escritorio en su cumpleaños. Este simple acto de amor transformó a esa mujer, y ella y Beth se hicieron amigas desde ese momento. Con lágrimas en los ojos, le dijo a Beth que nadie le había dado un regalo de cumpleaños antes. Debido a que Beth estuvo dispuesta a obedecer la voz de Dios para mostrar amor a esta mujer, la transformó, llenó un enorme espacio vacío dentro de ella y cambió esa relación.

El amor es poderoso. Nunca falla. Así que espero que disfrutes cada vez más de la increíble buena noticia de que Dios te ama y que nada puede separarte de su amor. Y luego te vuelvas cada vez más intencional en amar a los demás. Tiene el poder de transformarte a ti, tus relaciones, tu actitud, tu productividad: el amor nos transforma. Créeme, es verdad.

Hemos preparado un marcador de páginas para ti con 1 Corintios 13 para ayudarte a recordar leer este capítulo sobre el amor todos los días. Recordar que el amor se describe como una acción en lugar de un sentimiento, realmente te ayudará a ser mejor en compartir el amor de Dios.