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Quiero examinar la fe en los buenos tiempos. Veo muchísimas cosas a mi alrededor y, a veces, veo demasiado en mi propia vida. La fe en los buenos tiempos es del tipo que es fuerte cuando las cosas van bien, pero cuando llegan los malos tiempos, se desmorona.

Permíteme compartir contigo algunos versículos que ilustran el tipo de fe que debemos tener. Primero, algunos versículos de los Salmos:

Sí, el Señor había hecho grandes cosas por nosotros, y estábamos alegres. (Salmo 126:3).

¿Cómo podré pagar al Señor todo el bien que me ha hecho? (Salmo 116:12)

¡Bendito sea el Señor, que ha escuchado mis ruegos! El Señor es mi poderoso protector; en él confié plenamente, y él me ayudó. Mi corazón está alegre; cantaré y daré gracias al Señor. (Salmo 28:6-7).

Y en contraste:

Aunque la higuera no florezca ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo y los campos no produzcan alimentos; aunque en el redil no haya ovejas ni vaca alguna en los establos; aun así, yo me regocijaré en el Señor. ¡Me alegraré en el Dios de mi salvación! (Habacuc 3:17-18).

Aquí vemos dos tipos de alabanzas: una cuando las cosas son buenas y maravillosas, y otra cuando no sucede nada bueno. Sabes, es fácil tener fe en los buenos tiempos, alabar a Dios cuando todo va como queremos, cuando nos sentimos bien con nuestras circunstancias, cuando hemos tenido una maravillosa respuesta a la oración. Pero ¿qué pasa con esos días libres, esos tiempos de inactividad, esos períodos de sequía?

Un cristiano maduro es aquel que alaba incluso cuando no sucede nada bueno y no hay una grieta de esperanza, ni una luz al final del túnel. Habacuc dijo que, aunque las cosas sean terribles, aun así, yo me regocijaré en el Señor. ¡Me alegraré en el Dios de mi salvación! Es ese conjunto de nuestra voluntad lo que marca la diferencia. Tomamos la decisión de alabar a Dios y regocijarnos en él, independientemente.

¿Donde está tu hoy? ¿Buenos momentos en tu vida? ¿Buenas circunstancias? Si es así, alaba a Dios y prométele que cuando lleguen los tiempos difíciles, también lo alabarás.

Quizás no sea tan bueno para ti ahora. ¿Días difíciles, angustias, fracasos, decepciones? Alábalo de todos modos. Di “Señor, todo va mal en este momento. Pero de todos modos me regocijaré en ti”. Cuando Dios ve ese tipo de fe y esa disposición de tu voluntad, se complace porque sabe que tu compromiso y amor por él son firmes. Tu fe no es del tipo de solo en las cosas buenas. Que eso sea cierto para cada uno de nosotros.