Podcast (podcast-spanish): Play in new window | Download (Duration: 3:34 — 8.2MB)
¿Estás desanimado? Si es así, no te sientas culpable, pero tampoco te dejes llevar por él. No es agradable estar en ese estado. Analizo algunas maneras bíblicas de vencer el desánimo.
Anima a otros
Una manera de curar tu propio desánimo es animar a otros. Proverbios 11:25 dice: …el que conforta a otros, él también será confortado. En lugar de buscar a alguien que te anime, mira a tu alrededor y ve a quién puedes animar. Gracias a Dios, podemos animar incluso cuando nos sentimos desanimados. Y al animar a otros, nuestro propio desánimo disminuye.
Manos a la obra
Una buena cura para el desánimo es simplemente ponerse a trabajar. A menudo, cuando estamos desanimados, nos sentimos desmotivados, así que no hacemos nada. Luego, como no hemos logrado nada, nos sentimos culpables, y eso nos dificulta aún más lograr algo. Recuerda, empieza por el primer paso, así que cuando el desánimo parezca apoderarse de ti, encuentra algo que deba hacerse. Y empieza a hacerlo.
Descansa
Claro que puedes estar desanimado porque has estado trabajando demasiado y durante demasiado tiempo, y tu cuerpo simplemente necesita descansar. Elías descubrió lo vulnerable que era al desánimo cuando estaba físicamente agotado, así que Dios lo puso en un lugar donde pudiera recuperarse y refrescarse con comida y sueño. Si tu cuerpo está constantemente al borde del agotamiento, no puedes esperar evitar el desánimo.
Ignora a quienes te desaniman
¿Hay personas a tu alrededor que te desaniman con su negatividad? ¿Escuchas a los demás más que a Dios? ¿Recuerdas cuando Jairo le rogó a Jesús que viniera a sanar a su hijita? De camino a la casa de Jairo, unos hombres salieron de su casa y le dijeron: «No vengas, ya está muerta». Pero leemos en Marcos 5 que, ignorando lo que decían, Jesús le dijo al principal de la sinagoga: «No temas; solo cree». Otros te desanimarán si se lo permites. Debes aprender a escuchar a Jesús y a ignorar a quienes te desaniman. No les hagas caso; evítalos siempre que sea posible; cambia de tema —o lo que sea necesario—, pero no dejes que las personas negativas te desanimen. No te contagies de su enfermedad. Piensa en lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable y admirable: las buenas noticias y no las malas.
Recuerda que desanimarse no es pecado, pero negarse a salir del desánimo sí lo es. Estos principios bíblicos funcionarán si los practicas.