Play

Hay un versículo en Cantar de los Cantares que quiero considerar esta semana:

Atrapen a las zorras, a esas zorras pequeñas que arruinan nuestros viñedos, nuestros viñedos en flor. (Cantar de los Cantares 2:15).

Quiero hablar de las “pequeñas zorras” de nuestras vidas: las cosas que pueden parecer insignificantes cuando en realidad nos están robando el gozo y alejándonos de la paz de Dios. Por ejemplo, albergar sentimientos heridos es una “pequeña zorra” común que resulta muy dañina.

¿Por qué nos aferramos a sentimientos heridos por tanto tiempo, si acumulamos infelicidad sobre nuestras propias cabezas? Ciertamente no nos vengamos de nuestros agresores aferrándonos a sentimientos heridos. Si crees que una fiesta de lástima aliviará parte de tu dolor, ¡piénsalo de nuevo! Cuanto más sientas pena de ti mismo, más intentarás encontrar consuelo en la autocompasión: ¡es un círculo vicioso que nunca funciona!

Hace años, Dios empezó a revelarme lo enganchada que estaba a las fiestas de lástima. Y por primera vez me di cuenta de que Dios lo ve como un pecado. Ya sea que tu o yo tengamos una queja legítima, regodearse en la autocompasión y alimentar nuestros sentimientos heridos es simplemente incorrecto.

Reconozco que algunas heridas pueden requerir algo de tiempo y ayuda para sanar. Pero sólo piensa en las pequeñas cosas que hieren tus sentimientos en tu vida diaria. Como cuando una persona te ignora, un amigo te habla de manera poco amigable, un familiar no te llamó cuando sabía que no te sentías bien, cuando tu jefe no te dio crédito por un proyecto importante, o tu esposo no notó tu nuevo peinado. Todas estas son pequeñas zorras que arruinan tu actitud y te roban la alegría.

¿Cómo dejas ir a estas pequeñas zorras? Bueno, el dolor está en tu mente, en tus pensamientos, así que tienes que llevar cautivos esos pensamientos hirientes, como dice la Biblia, y negarte a dejar que tus pensamientos vayan allí. Reemplaza esos pensamientos con pensamientos buenos: pensamientos de agradecimiento, pensamientos de alabanza.

Los sentimientos fácilmente heridos producen lástima y son lamentables. Si ésta es una de tus pequeñas zorras, conviértelo en una cuestión de oración habitual y permite que el Espíritu Santo te recuerde que debes pensar en las cosas buenas y no en esos pequeños sentimientos heridos que tiendes a alimentar.