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Manejar bien las críticas es un signo de madurez espiritual y emocional. ¿Cómo te calificarías a tí mismo cuando se trata de manejar las críticas de otras personas?

Es muy importante que no dejemos que las críticas nos envíen a un viaje de culpa. Las críticas son válidas o inválidas. Cuando son válidas, simplemente necesitamos hacer los cambios necesarios y usarlos para bien en nuestras vidas. Cuando no son válidas, tenemos que sacárnoslas de la cabeza y olvidarnos de ellas.

Encuentro que es muy fácil insistir en una crítica durante días y días, y eso puede hacer que exageres su importancia y su significado. Podemos permitir que la crítica más insignificante nos arroje en picada durante días, ¿no es así?

Me ha tomado demasiado tiempo comprender que las críticas vendrán en mi camino; así es la vida y sea justa o no, mi responsabilidad es manejarla como Cristo. Necesito estar abierta a críticas honestas y justas y dejar que me estimulen a hacer los cambios necesarios en mi vida. Y necesito reconocer las críticas injustas por lo que son y dejarlas pasar.

Cuando tu estás seguro de tu valor para Dios, cuanto más comprendes tu posición como creyente en Jesucristo, aceptado en Cristo, sentado en los lugares celestiales en Cristo, seguro en tu relación con Dios a través de Jesús, entonces eres menos susceptible a la hondas y flechas que otros puedan arrojarte. No estoy hablando de ser arrogante, sino de tener una confianza tranquila porque sabes que ninguna persona puede destruir tu valor, sin importar lo que digan o hagan. Nadie puede condenarte excepto Jesús, ¡y él no lo hace! Romanos 8: 1 nos recuerda que “No hay condenación para los que están en Cristo Jesús”.

Realmente puedes llegar al lugar donde las palabras legítimas de crítica se reciben como información importante para ti, y las injustas palabras de crítica simplemente rebotan. No los toma en tu mente y en tu corazón y no permites que contaminen tu espíritu.