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Crear un músculo de gratitud es un área en la que todos podemos crecer y te bendecirá a medida que desarrolles ese músculo de gratitud cada vez más. El mundo secular ha descubierto que las personas agradecidas experimentan más alegría en la vida y es más divertido estar cerca de ellas. Pero aquí está la cosa: ser agradecido no es fácil porque no es natural. Debemos cultivar este músculo de gratitud.

Sabes, solo decir la palabra “gracias” no te convierte en una persona agradecida. Puede que solo sea una frase cortés que hayas aprendido a decir, y puedes decirla automáticamente sin pensarlo mucho. De hecho, la definición mundial de agradecimiento es sentirse complacido o ser consciente de un beneficio que has recibido.

Para desarrollar un músculo de gratitud que honre a Cristo, debes expresar tu gratitud a Dios por quién es él, y luego, cuando estés realmente enfocado en lo bendecido que eres por conocer a Dios, ese agradecimiento debería rebosar de ti a todos los que te rodean. Entonces estarás bendiciendo a otros como tú has sido bendecido.

Así que, la gratitud bíblica es reconocer al dador aún más que al regalo. La gratitud se desarrolla y fortalece a través de la alabanza, a través de conocer a Dios cada vez mejor, a través de muchas maneras diferentes. Leemos en Colosenses 3:16:

Que el mensaje de Cristo, con toda su riqueza, llene sus vidas. Enséñense y aconséjense unos a otros con toda la sabiduría que él da. Canten salmos e himnos y canciones espirituales a Dios con un corazón agradecido.

Dejen, o permitan, que el mensaje de Cristo habite abundantemente entre ustedes. Eso requiere esfuerzo; eso requiere planificación; eso toma tiempo. Esto es lo que fortalece nuestro músculo de la gratitud; lo hacemos a través del compañerismo con los demás, nos animamos unos a otros, cantamos alabanzas, y todo lo hacemos con gratitud en nuestros corazones. ¿Es así como adoras a Dios, siempre consciente de lo bendecido que eres gracias a Jesús?

Aquí está mi desafío para ayudarte a aumentar tu fuerza de gratitud: busca a un compañero creyente y agradezcan a Dios juntos, o canten una canción juntos, o de alguna manera anímense mutuamente a ser agradecidos. Házlo por teléfono, por zoom, en Facebook, lo que esté disponible, pero da gracias a Dios hoy con al menos otra persona.