Play

¿Estás entrenando para correr en los Juegos Olímpicos o quizás para correr una maratón? No muchos de nosotros podemos calificar para correr en estas carreras difíciles. Pero todos estamos calificados para correr la carrera que Dios ha señalado para cada uno de nosotros. Y es mucho más importante correr en esa carrera que en los Juegos Olímpicos.

Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante (Hebreos 12:1).

¿Te imaginas a un corredor en las Olimpiadas o en una maratón viniendo a la pista con un abrigo puesto y una mochila y un bolso? ¡De ninguna manera! Se deshacen de cualquier cosa que los ralentice incluso un milisegundo.

De la misma manera, si vas a correr tu carrera con eficacia, debes deshacerte de todo lo que te estorba. ¿Qué te está obstaculizando?

Tal vez sea la pereza y la falta de disciplina. Simplemente aún no te has disciplinado para estudiar la Palabra de Dios y orar como sabes que debes hacerlo. Oh, sigues con la intención y realmente quieres. Pero de alguna manera, cuando suena la alarma, es demasiado fácil darse la vuelta y volver a dormir o simplemente posponerlo. Sin la Palabra de Dios firmemente arraigada en tu mente y corazón, nunca correrás la carrera para ganar.

¿Estás estorbado por los afanes de este mundo? ¿Dejas que el dinero, la gente, el trabajo u otras circunstancias te depriman todo el tiempo? Si te preocupas y te preocupas mucho, no puedes correr muy bien la carrera. ¿No escuchas a toda esa gente en las gradas animándote?: “Por nada estéis afanosos, sino presentad vuestras peticiones a Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6).

¿Podría ser que estás obstaculizado por el ajetreo? Tal vez tu vida esté llena de todo tipo de cosas y actividades. No necesariamente cosas malas, pero llenan tanto tu vida que no queda lugar para las cosas de Dios.

O quizás esté enredado con tu pasado, o con tu baja autoestima, o con tus fracasos. ¿No puedes oír a Rahab? Ella está diciendo: “Olvídate de lo que queda atrás y esfuérzate por lo que está adelante”.

Que pecado te esta enredando? ¿Será falta de pureza sexual? ¿Es un espíritu que no perdona? ¿Ha sido deshonesto o engañoso? ¿Es una lengua que está fuera de control, quejándose, criticando, juzgando? ¿No puedes oír al Apóstol Pablo diciéndote: “Estabas corriendo una buena carrera. ¿Quién te cortó y te impidió obedecer a la verdad?” (Gálatas 5:7).

Estamos rodeados de los santos de antaño, observándonos correr nuestra carrera, porque conocen el gozo que se nos presenta y saben que perderemos el premio si seguimos tratando de correr con todas esas cosas halándonos hacia atrás .