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Quiero animarte a que estés muy contento con la forma en que Dios te ha creado. Aprecia la creatividad de Dios en ti y, al mismo tiempo, nunca te conformes con quedarte donde estás en tu crecimiento y madurez espiritual. Acepta, pero no te conformes.
Tus circunstancias
Permíteme mencionar una cosa más en la que debemos estar contentos, y eso es con nuestras circunstancias. Pablo escribió: “He aprendido a estar contento en cualquier circunstancia” (Filipenses 4:11b). ¿Ya aprendiste esa lección? Solo piensa en la libertad que tú y yo tendríamos si verdaderamente pudiéramos decir como Pablo: “Estoy contento con mis circunstancias”.
Pienso en una amiga al que admiro mucho. Trabajó para Moody Radio en Chicago durante muchos años y es una mujer amable, encantadora y talentosa. Debido a un accidente relacionado con el trabajo, su esposo estuvo discapacitado la mayor parte de su larga vida de casados. Cuando eso sucedió, sus sueños de cómo sería su vida, murieron de la noche a la mañana, ya que se vio obligada a convertirse en una mujer trabajadora y criar a sus hijos, mientras ayudaba a su esposo discapacitado.
Cuando pienso en los años que hizo eso, me maravillo de su actitud. Ella nunca se quejó; aprendió a contentarse en medio de circunstancias tan difíciles. E incluso cuando más problemas familiares se derramaron sobre su cabeza, continuó confiando en Dios y aceptando lo que se le presentaba.
A lo largo de todos los años, nunca se desanimó ni se dio por vencida ni huyó, todo lo cual me sentido tentada a hacer. En cambio, contribuyó inmensamente a su trabajo y se mejoró a sí misma e hizo todo lo que cualquiera podía hacer “dadas las circunstancias”, como decimos. Me viene a la mente como una mujer que ha aceptado las circunstancias de su vida y, sin embargo, no la han derribado a golpes. Ella ha crecido y contribuido y ha hecho una vida hermosa para sí misma.