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La gracia es tu boleto al cielo, y la gracia es suficiente para satisfacer todas tus necesidades en tu viaje hacia allí. Pero esto es solo el principio.
Leemos:
Porque de su plenitud todos nosotros recibimos, y gracia sobre gracia. (Juan 1:16).
Jesús está lleno de gracia:
El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, la gloria del único hijo, que vino del Padre, lleno de gracia y de verdad (Juan 1:14).
¿Hay un límite para su gracia? ¡Ninguno, nunca! Y de su gracia, tú, como hijo suyo, has recibido gracia sobre gracia. Gracia interminable. Gracia inconmensurable.
La pregunta que quiero hacerte es: ¿Estás viviendo en la plenitud de la gracia de Jesús? ¿Es la gracia de Dios –gracia asombrosa– una parte consciente de tu vida diaria? Habiendo nacido de nuevo por gracia, ¿te has perdido la abundante gracia sobre gracia para tu vida? O tal vez, como yo, vives en ella algunos días y otros no.
Dios puede y está dispuesto a darte gracia sobre gracia. Gracia para hacer toda buena obra que ha planeado para ti. Gracia para soportar cualquier circunstancia que se presente en tu camino. Gracia para amar como ama Jesús; cuidar como cuida Jesús; servir como sirvió Jesús; perdonar como Jesús perdonó. Toda gracia es un regalo de Dios para ti. Él es capaz de hacerlo, siempre que no te lo pierdas. Siempre que no “quedes lejos de su gracia”.
Cuídense unos a otros, para que ninguno de ustedes deje de recibir la gracia de Dios. Tengan cuidado de que no brote ninguna raíz venenosa de amargura, la cual los trastorne a ustedes y envenene a muchos. (Hebreos 12:15).
“Cuídense unos a otros”, dice el escritor a los Hebreos. Conoce mejor a La Gracia. Asegúrate de no perderte la gracia abundante y asombrosa de Dios que él te da: gracia sobre gracia para cada día y cada situación de tu vida.