Podcast (podcast-spanish): Play in new window | Download (Duration: 3:20 — 7.6MB)
Como seguidores de Cristo, la Biblia dice que no debemos confiar en la carne. Es bastante inestable. Pero puedes y debes tener plena confianza en Dios. Confiar en que te has convertido en hijo de Dios por la fe en Jesucristo y en que Dios tiene buenos planes para ti: buenas obras que él determinó antes de tu nacimiento.
No se gana nada estando limitado y atado por la falta de confianza. Santiago lo expresó así:
Pero que pida con fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento. Quien es así no piense que va a recibir cosa alguna del Señor; es indeciso e inconstante en todo lo que hace (Santiago 1:6-8).
Santiago dice que, si eres agitado y llevado de aquí para allá, como sucede con la falta de confianza, eres inestable en todos tus caminos. Necesitas confianza para ser lo que Dios te creó para ser y para hacer las buenas obras que Él te encomendó. Y la confianza que necesitas no es confianza en ti mismo, sino confianza en Dios.
¿Qué te impide vivir una vida con confianza en Dios? Muchas veces, es el pensamiento constante de que simplemente no eres lo suficientemente bueno. Pensamientos como: has pecado demasiado; tu pasado es muy malo; nunca podrás ser digno. Sabes de dónde viene eso, ¿verdad? Satanás te dirá mentiras sobre ti mismo, como pensar que no eres lo suficientemente bueno. Pero recuerda esta maravillosa verdad:
Por lo tanto, ya no hay condenación para los que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1).
Ya sea que la condenación provenga de otros o de ti mismo, estás creyendo una mentira porque Dios nunca nos trata mediante la condenación, haciéndonos sentir indignos y sin esperanza. El Espíritu Santo que mora en cada creyente te convencerá de pecado para ayudarte a arrepentirte y a liberarte del lastre de tu vida espiritual. Pero Dios nunca te trata mediante la condenación; eso es lo que el enemigo intenta hacer.
Cuando el enemigo logra destruir tu confianza en Dios con sus palabras furtivas y siniestras de condenación, te impide el gozo del Señor, que es tu fortaleza, y la vida abundante por la que Jesús murió. ¡Te estás perdiendo todo lo bueno!
¡Pero hay esperanza en Jesús!