Aquí hay una pregunta interesante: ¿Crees que Dios quiere que enfrentes tu mundo, tu vida, con una confianza inquebrantable? ¿Se gana algo con la falta de confianza? ¿Qué mensaje transmite si tú y yo, como seguidores de Cristo, nos mostramos inseguros o dubitativos? ¿Le da eso Gloria a Dios?

Por otro lado, ¿glorifica a Dios tener la confianza en uno mismo que el mundo dice que es necesaria? ¿Esta confianza es orgullosa y egocéntrica, segura de sí misma y fanfarrona? Te glorifica a ti mismo.

Ciertamente necesitamos confianza. Pero depositarla en uno mismo es arriesgado, porque no es fiable. Puedes sentirte seguro un día o en algo, y al día siguiente te desaniman y esa confianza se desvanece.

Es la confianza en Dios lo que necesitamos, no la confianza en uno mismo. Su confianza marca la diferencia en nuestra forma de vivir y en nuestra capacidad de hacer lo que Dios nos encargó. Y se verá diferente en cada uno de nosotros. Sin embargo, hay ciertas cosas en las que debemos tener confianza para afrontar la vida con la confianza de Dios. Quiero compartir algunas herramientas necesarias para la persona que confía en Dios.

La primera herramienta que necesitas es tener plena confianza en tu fe.

Confianza en tu relación con Dios a través de Jesús

sé en quién he puesto mi confianza y estoy seguro de que él es capaz de guardar lo que le he confiado hasta el día de su regreso. (2 Timoteo 1:12b).

Confianza en la soberanía de Dios

Oh Señor, solo tú eres mi esperanza; en ti he confiado, oh Señor, desde mi niñez (Salmo 71:5).

Confianza en el amor de Dios

Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor. (Romanos 8:38-39).

Confianza en que Dios nunca te dejará ni te abandonará.

Dios ha dicho: Nunca los dejaré; jamás los abandonaré» (Hebreos 13:5b).

Confianza en que Dios responde a la oración.

Esta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que, si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, él nos oye. (1 Juan 5:14).

Si tienes confianza en estas cosas, tienes el fundamento de la confianza en Dios. Ahí es donde comienza.