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¿Abordas tus relaciones como un anfitrión o como un invitado? La actitud que ayuda es pensar en uno mismo como el anfitrión o la anfitriona y no como el invitado. O, en términos más bíblicos, como alguien que sirve en lugar de alguien a quien te sirv

Piensa en tus interacciones diarias con otras personas: en el trabajo, en casa o en la iglesia, donde sea. ¿Eres anfitrión o invitado? Por ejemplo, ¿haces tú la llamada telefónica que debe realizarse o esperas a que llame la otra persona? Cuando estás en un grupo, ¿te presentas a alguien nuevo o esperas a que se presente primero? Cuando alguien parece desconcertado o confundido, ¿te ofreces a ayudarle?

Tal vez estés pensando que no puedes ser el anfitrión o la anfitriona porque eres tímido o introvertido. Quiero animarte a que lo pruebes. Puede que te saque temporalmente de tu zona de confort, pero una vez que des el primer paso para “ser anfitrión” de tus relaciones, verás que en realidad no da tanto miedo y en poco tiempo te sentirás cómodo haciéndolo. Te sorprenderá ver las reacciones positivas que recibes y te sentirás muy bien al conectarte con los demás de maneras más significativas.

Una de las razones por las que dudamos en asumir el papel de anfitrión o anfitriona en las relaciones es porque tememos lo que los demás pensarán de nosotros. Encuentro que cuando estoy más preocupada por cómo me veré ante los demás que, por tratar de conectarme con ellos, es porque estoy demasiado centrada en mí misma. Tengo que detenerme y recordarme a mí misma que no se trata solo de mí. Puedo asegurarte que, si te acercas a los demás en un intento de conectarte de una manera mejor y más amorosa, rara vez harás el ridículo. ¿Y si lo haces? ¿El mundo deja de girar? ¿Dios deja de amarte? Sólo tenemos que superar nuestro intenso ensimismamiento.

Otro obstáculo para conectarnos con los demás es nuestro orgullo. ¿Con qué frecuencia dudas en iniciar una conexión con alguien nuevo porque sientes que ellos deberían dar el primer paso? Si piensas: “Deberían venir a mí”, podría ser un indicio de una actitud orgullosa.

O tal vez algunos de nosotros dudamos en conectarnos con otros porque simplemente requiere demasiado esfuerzo. Es cierto que requiere esfuerzo y tiempo, pero el fruto de ese esfuerzo es muy gratificante.

Espero que consideres tu responsabilidad de ser anfitrión o anfitriona con las personas en tu vida, en lugar de desempeñar el papel de invitado. Hace la vida mucho más rica y cumple con la responsabilidad que Dios nos ha dado de hacer con los demás lo que nos gustaría que hicieran con nosotros.