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¿Sabías que los mensajes de correo electrónico ahora superan el tráfico telefónico y son la forma dominante de comunicación empresarial? Las empresas informan que muchos de sus empleados dedican de tres a cuatro horas al día en el correo electrónico. Y la mayoría de nosotros diríamos: “¿Cómo alguna vez vivimos sin el correo electrónico?”
Sin embargo, junto con este cambio en la forma en que nos comunicamos, ha surgido una nueva serie de desafíos. Comunicarse electrónicamente es un medio muy diferente y, si quieres ser eficaz en tu trabajo, deberás aprender a utilizar esta herramienta y no abusar de ella. Y eso incluye no sólo el correo electrónico, sino también Facebook, Twitter o X, y todos los demás que parecen aparecer a diario.
Pensé que podría ser útil examinar formas de mejorar nuestras habilidades de comunicación electrónica. La forma en que nos comunicamos crea impresiones y percepciones de nosotros como personas. Y como seguidores de Cristo, no sólo nos representamos a nosotros mismos, sino más importante aún, somos embajadores de Jesucristo. Pablo escribió a los corintios, porque nos esforzamos en hacer lo correcto, no sólo ante los ojos del Señor sino también ante los ojos de los hombres (2 Corintios 8:21). Creo que nos corresponde esforzarnos por mejorar nuestras habilidades de comunicación.
Permíteme comenzar diciendo que, por muy conveniente que sea la comunicación electrónica, no puede reemplazar el poder de la interacción personal. Hay muchas ocasiones en las que la comunicación cara a cara y de voz a voz es absolutamente la mejor manera de hacerlo. Sin duda hemos perdido mucho toque personal porque utilizamos medios electrónicos con demasiada frecuencia y en exceso. Es mucho más difícil comunicar atención y compasión por correo electrónico que en persona.
Es cierto que podemos comunicarnos más a menudo porque tenemos formas convenientes de hacerlo, pero también es cierto que la naturaleza impersonal de la comunicación electrónica puede hacer que seamos descuidados en la forma en que decimos las cosas. Puede hacernos sonar fríos y duros. Debemos aprender a ponernos en el lugar de la persona que lee nuestros correos electrónicos y encontrar formas de comunicar cortesía y consideración electrónicamente.