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Estoy examinando el amor hacia las personas que no nos gustan tanto. Y hemos visto que el tipo de amor de Dios, el amor ágape, no se basa en sentimientos, sino que es una acción. Nuestro trabajo es aprender a actuar de manera amorosa hacia las personas, incluso hacia aquellas que no nos agraden.

Un requisito previo para desarrollar acciones de amor hacia las personas desagradables es orar por ellas. Ora sinceramente y con regularidad por su bienestar. Pídele a Dios que te muestre qué acciones de amor debes realizar hacia ellas. Y ora por ellas… ¡mucho! Jesús nos enseñó a orar por nuestros enemigos y por aquellos que nos ultrajan.

Luego, cuando pienses en una persona que no te gusta, decide qué acciones de amor serían apropiadas para esa persona. ¿Tal vez mucha paciencia? ¿O compasión o resistencia? Luego, establece tu voluntad para actuar con esas acciones de amor hacia esa persona.

Una buena amiga me contó cómo Dios la puso en un trabajo con personas que simplemente no le agradaban mucho. Solicitó un ascenso, con ganas de alejarse de esas personas. El proceso de selección se redujo a ella y otra persona más, pero no consiguió el trabajo. Y al principio, estaba enojada por no haber sido seleccionada, hasta que se dio cuenta de que Dios la había dejado en ese trabajo para que aprendiera a amar a esas personas que no le agradaban.

Comenzó lo que llamó Proyecto Amor y buscó formas de desarrollar relaciones con esas personas desagradables. Su método era invitarlas a almorzar con ella, una vez por semana. Y comenzó a construir puentes hacia estas personas y a desarrollar relaciones con ellas. Por supuesto, al hacer eso, descubrió que tenían cargas y problemas, y ellos descubrieron que ella era una persona solidaria. Unos meses después, consiguió el ascenso que deseaba, pero sigue en contacto con esas personas desagradables a las que ahora ha aprendido a amar (y, de hecho, también a querer). Varias de ellas han recurrido a ella en busca de ayuda en tiempos difíciles.

Qué buena idea: Proyecto Amor. Tal vez podrías empezar a encontrar formas de acercarte a esas personas desagradables con el amor de Jesucristo que está dentro de ti. ¡Cuántos milagros podríamos ver en nuestras relaciones si hiciéramos esto cada vez más!