Play

La administración del tiempo es una habilidad que a la mayoría de la gente le gustaría mejorar. Sé que soy muy consciente del tiempo: ahorrar tiempo, administrar el tiempo, dedicarlo, y sin embargo, ha habido demasiados días en los que tuve que reconocer que lamentablemente me faltaba la administración del tiempo. Estaba ocupada, sí, pero no hice mucho. ¿Alguna vez te has sentido así?

Quiero echar otro vistazo a la administración del tiempo, a cinco principios clave que nos ayudarán a hacer un mejor trabajo. Pablo les escribió a los Efesios (5:16) que debían aprovechar el tiempo, hacer un buen uso de su tiempo. Como seguidores de Cristo, debemos ser buenos administradores del tiempo que Dios nos está dando.

Principios de administración del tiempo

  1. La administración del tiempo tiene que ver con el equilibrio y la priorización.

Todos los días tomamos decisiones sobre lo que reclamará nuestro tiempo y atención, y una buena administración del tiempo significa que algunas cosas tendrán que esperar y otras tendrán que dejarse ir.

Recuerdo una época en la que mi hija era una adolescente y estábamos planeando empapelar su habitación. Estaba tan estresada porque había planeado hacer el trabajo en un día determinado, y simplemente no estaba funcionando. En mi modo de irritación, mi sabia hija simplemente me dijo: “Mamá, no es necesario que lo hagas hoy”.

Por supuesto que no tenía que hacerlo ese día, pero en mi mente se había convertido en una prioridad y eso me generó un estrés innecesario para mí y para mi hija. Créeme, he tenido que aprender esa lección muchas veces en los años posteriores.

Al enfrentarte cada día, haz evaluaciones realistas de lo que es realmente importante hacer ese día, incluso si no es lo que deseas hacer. Luego, haz eso primero, y quién sabe, es posible que también te quede tiempo para otras cosas. Una cosa que he aprendido a hacer y que me ha ayudado enormemente es esta: ¡Todo lo que tengo que hacer hoy que no quiero hacer, lo hago primero! Créeme, eso es de gran ayuda para administrar tu tiempo.

Y no olvides que debes dedicar tiempo a lo que necesitas para funcionar bien: buena comida, mucha agua, ejercicio, descanso, compañía y, por supuesto, lo más importante, tiempo con Dios todos los días. Dejar esas cosas por períodos prolongados hará que tu rendimiento se vea afectado y no tendrás la fuerza y ​​la motivación para hacer lo que debe hacerse.