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Presentado por Lisa Bishop

El diccionario describe un hábito como un patrón recurrente de comportamiento o disposición establecida de la mente que se adquiere mediante la repetición frecuente.

Cuando se practica con el tiempo, las actitudes, los comportamientos, las acciones y los pensamientos se convierten en hábitos. Empiezan a surgir de forma natural. Y el amor es un hábito que vale la pena desarrollar. Así que sumerjámonos en el primer hábito de amor.

  1. El hábito de vivir amado.

Suena un poco extraño, ¿no? ¿Qué significa vivir amado?

Una querida amiga mía estaba compartiendo cómo no se sintió realmente amada cuando era niña. Ella era la mayor de tres hermanos, sus hermanos menores eran varones. Creció sintiendo que no era tan deseable o amada como ellos. También creció pensando que no era lo suficientemente inteligente, lo suficientemente bonita o lo suficientemente simpática. Me entristeció porque pude ver cómo vivir con el sentimiento de no ser amado había impregnado su vida.

Quizás creciste con el mismo sentimiento. O tal vez tienes la costumbre de impedir que los demás te amen. De forma intencionada o no, pones un muro que excluye a las personas y las mantiene a distancia. Vivir amado, creer que eres amado y digno de amor, puede ser difícil a veces. La gente hará un mal trabajo a la hora de amarnos, como lo haremos con los demás. Cuando nos abrimos a las personas que se preocupan por nosotros, a las personas que nos aman, puede dar miedo. Tememos ser rechazados. Pero Jesús quiere que vivas amado, porque lo eres. La gente amará imperfectamente, pero Jesús es el amor perfecto. ¿Vives como alguien profundamente amado?

Me encanta la oración del apóstol Pablo en su carta a los Efesios.

“siendo arraigados y fundamentados en amor, ustedes sean plenamente capaces de comprender, junto con todos los santos, cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad,  y de conocer el amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento para que así sean llenos de toda la plenitud de Dios”(Efesios 3: 17b-19).

Jesús quiere que estés completamente convencido de que eres amado y quiere que vivas amado. Cuando vivimos como alguien profundamente amado por Jesús, todo cambia.