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¿Te gustaría mejorar tus habilidades con las personas? Como creyentes, realmente deberíamos querer tener las mejores habilidades posibles con las personas, porque cada persona es importante para Dios y, por lo tanto, debería serlo para nosotros. Aquí está la segunda:

  1. Dale a la gente el respeto que te gustaría que te dieran.

Las formas prácticas de hacerlo son:

Evita las malas palabras y los chismes. Es muy fácil dejarse atrapar por los chismes de la empresa o las malas palabras. Pero eso muestra una actitud irrespetuosa hacia los demás.

Eclesiastés 10:20 dice: ” Nunca te burles del rey, ni siquiera en tu mente; y no te mofes de los poderosos, ni siquiera dentro de tu dormitorio. Pues un pajarito podría transmitir tu mensaje y contarles lo que dijiste”. Te sorprenderás al descubrir que lo que pensabas haber dicho con la más estricta confidencialidad ahora es de conocimiento común en el trabajo. Una buena regla general es no decir nada sobre alguien que no le dirías a esa persona.

Ten cuidado con los tonos o las palabras arrogantes. Me vienen a la mente tres ocasiones específicas en las que podemos sonar arrogantes muy fácilmente:

Al responder la pregunta “tonta”.

Incluso tu tono de voz puede transmitir el mensaje: “¡Vaya, qué pregunta tan tonta!” Recuerda, si bien puede parecerte tonto, obviamente no lo es para la persona que lo preguntó.

Al comunicarte con personas mayores.

Puede que sea necesario hablar un poco más alto o más lento, o repetir cosas de vez en cuando, cuando te comunicas con una persona mayor, pero no es necesario hablarle mal a esa persona, de una manera infantil.

Al comunicarse con extranjeros o personas con acento.

Normalmente empezamos a subir el volumen de nuestras voces en estas situaciones. Recuerda, esa persona no es sorda, pero es posible que debas hablar más despacio. Ten cuidado de no usar un tono o actitud arrogante con ellos.