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¿Alguna vez has considerado tu lugar de trabajo como el aula de Dios? Quizás esta sea una idea totalmente nueva para ti: que Dios puede usar tu trabajo, a las personas con las que trabajas y para las que trabajas, y el ambiente donde estas, como un curso de capacitación. Debo confesar que no siempre vi mi trabajo de esa manera. Pero Dios nunca desperdicia nada en nuestras vidas. Usa cada experiencia, cada persona, cada lucha, incluso nuestros fracasos y decisiones pecaminosas, para enseñarnos algo que necesitamos aprender para que podamos avanzar y ser más como Jesús.

Tener esta actitud hacia tu trabajo —verlo como un curso de capacitación, por así decirlo— podría facilitarte el levantarte e ir a trabajar cada día. Le da un nuevo significado a tus días laborales, incluso si no siempre son agradables. Cuando empiezas a ver las lecciones que Dios quiere enseñarte a través de tu trabajo, es un cambio de paradigma; una nueva perspectiva que da sentido incluso al trabajo mundano y tedioso, incluso a las relaciones irritantes, incluso a un jefe exigente o una gran carga de trabajo.

Piensa en esto: Independientemente de lo que hagas en tu trabajo a diario, has desarrollado habilidades y capacidades valiosas a través de él. Tengo una amiga que enseña habilidades de comunicación en un entorno intercultural muy diferente y difícil. Mientras me contaba lo que hace y cómo ha aprendido a comunicarse en este entorno tan desafiante, le comenté que lo que está aprendiendo a través de su experiencia en este trabajo, aunque sea a veces difícil, le está brindando habilidades y capacidades únicas y muy valiosas. Está aprendiendo “en el trabajo”, como decimos, y ese conocimiento y esa habilidad le están brindando habilidades muy importantes y prácticas que no se podrían aprender en un aula.

Sin duda, eso también ha sido cierto en mi vida, ya que pasé muchos años impartiendo seminarios de capacitación en mi empresa y para muchas otras empresas en todo el país. Esa experiencia de preparar y hacer una presentación efectiva es una habilidad que Dios me estaba enseñando a través de mi trabajo, y que ahora usa para fines ministeriales.

Piensa en lo que has aprendido en tus trabajos y cómo es Dios, o quizás cómo Dios quiere usar eso a su servicio.