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¿Cuáles son algunas de las cosas más valiosas que Dios te ha enseñado a través de tu trabajo? Creo que a veces nos sentimos tan abrumados por las ocupaciones y dificultades diarias de nuestros trabajos que no logramos ver todo lo bueno que Dios hace en nosotros y a través de nosotros. Una lección valiosa que a menudo aprendes en el trabajo es cómo llevarte bien con las personas que quizás no te gusten tanto.

Otra cosa que puedes aprender a través de tu trabajo es cómo depositar toda tu ansiedad en Jesús, porque él se preocupa por ti. En lugar de cargar con esos problemas a casa todos los días y dejárselos a tu familia o amigos, puedes aprender a confiar en que Dios resolverá todo para tu bien y dejar esas preocupaciones en sus manos, para que puedas pasar una tarde tranquila con tus seres queridos. ¿Te das cuenta de lo fundamental que es aprender a poner límites en tus pensamientos? ¿No permitirte pensar en cosas que escapan a tu control? ¿Depositar todas tus preocupaciones en Jesús con regularidad, todos los días, para que el gozo del Señor sea tu fortaleza? Eso es algo eternamente importante que puedes aprender en tu trabajo.

Jesús dijo a sus discípulos:

El que quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos (Marcos 9:35).

De joven, ¿alguna vez le dijiste a alguien que querías ser siervo de mayor? Lo dudo. Sin embargo, Jesús dejó claro que sus discípulos deben aprender a ser siervos de todos. ¡Y qué mejor lugar para aprender esa lección que en tu trabajo cada día!

La manera de servir a Dios es sirviendo a los demás, y desarrollar un corazón y una actitud de servicio requiere práctica. Tienes que ser intencional al hacerlo; tienes que ser humilde y hacerlo por amor a Jesús, no para obtener reconocimiento. Piensa en maneras en que podrías servir a tus compañeros de trabajo, a tus superiores, a tus empleados.

Podrías servir al elegir ir más allá y ayudar a alguien a hacer su trabajo (¡aunque pienses que podría haberlo hecho solo si no hubiera perdido el tiempo hablando por teléfono!), ayudar a alguien a aprender una nueva habilidad, quedarte hasta tarde para echar una mano a tu jefe, haciendo cosas por las que quizás no recibas reconocimiento. Estas son acciones cotidianas que pueden enseñarte la alegría de ser un siervo, y eso significa que te estás pareciendo más a Jesús.