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Presentado por Lisa Bishop

Hay asesinos de la alegría en la vida y quiero hablar de las claves para cultivar una mayor alegría. ¿Quién no quiere más alegría? Y esto es lo que es cierto: fuiste creado para experimentar alegría. Entonces, ¿por qué puede sentirse tan fugaz a veces? El primer asesino de la alegría es poner tu alegría en las cosas equivocadas.

Hace varios años leí un libro, “El hombre en busca de sentido”, de Viktor Frankl. Uno de los temas del libro es la idea de que, como seres humanos, pensamos que estamos en busca del placer en la vida, pero lo que realmente buscamos, lo que nuestro corazón realmente anhela, es un propósito. Queremos que nuestras vidas tengan sentido, pero podemos desviarnos en la búsqueda del placer. Si bien la vida trae placer y Dios nos diseñó para experimentarlo, cuando lo perseguimos o basamos nuestro máximo gozo y satisfacción en ello, nos sentiremos deprimidos y profundamente decepcionados.

El libro del Antiguo Testamento de Eclesiastés tiene el conocido verso, “ ¡Vana ilusión, vana ilusión! ¡Todo es vana ilusión! “. Eclesiastés describe el relato del rey Salomón sobre el sufrimiento, la miseria y el vacío que venían de buscar la necedad, la insensatez y la búsqueda materialista; y que la última esperanza y significado está en descubrir la verdad y buscar a Dios. Salomón probó la marca de felicidad del mundo y descubrió que le faltaba ,cuando escuchamos sus palabras en Eclesiastés 2:1-2. “También me dije a mí mismo: «Ahora voy a hacer la prueba divirtiéndome; voy a darme buena vida.» ¡Pero hasta eso resultó vana ilusión! Y concluí que la risa es locura y que el placer de nada sirve”

Como Rey, tenía todos los placeres de la vida al alcance de su mano. Aunque podía tener cualquier cosa que su corazón deseara, nada de lo que encontró lo satisfizo a largo plazo. Incluso el trabajo de sus manos, aunque era un aspecto bueno y significativo de la existencia humana, condujo a la frustración, el fracaso, la aflicción y el dolor. Si bien hay un tono general deprimente en el libro, la conclusión de Salomón nos indica que miremos más allá de esta vida en busca de nuestra última esperanza y que ninguna cantidad de riqueza, poder, prestigio, éxito, relaciones o incluso sabiduría, satisfará completamente el anhelo del corazón humano. Solo Jesús puede proporcionar lo que nada en esta tierra puede ofrecer.

La vida sigue siendo ardua y frustrante a veces, pero Jesús da significado, propósito y misión a aquellos que creen y confían en él para su salvación. No tenemos que seguir el camino del mundo y buscar la realización en cosas que finalmente nos dejarán con ganas de más. El gozo del mundo es hueco, pero el gozo del Señor que proviene de conocer a Dios, permanecer en Cristo y ser lleno del Espíritu Santo, es rico y abundante. La felicidad del mundo se desvanecerá, pero la clave para cultivar el verdadero gozo es estar profundamente arraigado en una relación con nuestro Salvador y encontrar nuestro significado en él.