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Recuerdo un retraso de tres años que Dios me dio, cuando tenía tantas ganas de dejar un trabajo en el que estaba. Desde mi punto de vista, no serviría de nada permanecer en ese trabajo un día más. Tenía un jefe muy difícil y no me gustaba el trabajo. Era muy doloroso levantarme y obligarme a ir a esa oficina cada mañana. Entonces, en mi estilo habitual, actualicé el currículum y comencé la búsqueda de empleo. Tenía plena confianza en que podría encontrar rápidamente otro trabajo adecuado.
Los días se convirtieron en semanas y meses, y los trabajos que parecían que ajustaban perfecto, fracasaron. “¿Qué está pasando, Dios? ¿Por qué dejaste que ese trabajo fracasara? Eso me habría sacado de este lío”. Esos eran mis sentimientos en ese momento.
Pero finalmente reconocí que Dios no me dejaba salir de esto todavía. Y entonces, le di permiso para mantenerme allí mientras sirviera a sus propósitos, aunque no podía imaginar qué buenos propósitos podrían servir. Ese es el lugar al que tenemos que llegar.
Lee esto con atención: La paciencia es aceptar una situación difícil de parte de Dios sin darle un tiempo para eliminarla. Léelo de nuevo: Paciencia es aceptar una situación difícil de parte de Dios sin darle un tiempo para superarla.
¿Le has estado dando a Dios algún tiempo últimamente? Si tan solo pudiéramos aprender a aceptar esos períodos de espera en nuestras vidas como si fueran de su mano, y decir: “Señor, es tu tiempo, no el mío. Acepto esta situación siempre y cuando tú elijas permitirla”. Eso es caminar por fe, amigos míos.
Si hubiera dejado ese trabajo cuando quería, me habría perdido tres años de desarrollo personal que han sido esenciales para mi caminar con Dios y el ministerio que él me ha dado. Me habría perdido las duras lecciones que aprendí y que moldearon mi carácter y me ayudaron a madurar. Y, además, durante esos tres años adquirí habilidades y experiencia empresarial, lo que me permitió trabajar por cuenta propia, y eso resultó ser absolutamente esencial para comenzar este ministerio. Dios sabía lo que estaba haciendo.
Si hoy estás en esa situación, preguntándote por qué Dios no ha hecho nada todavía, trata de recordar que llegará el día en que podrás mirar hacia atrás y ver cómo Él te estaba desarrollando en ese tiempo.