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Presentado por Lisa Bishop

¿Hay alguien en tu lugar de trabajo que te saca de quicio? Terminemos agradeciendo a ese compañero de trabajo que te saca de quicio.

Sé que probablemente estés pensando que estoy loca, pero quédate conmigo. ¿Quién es esa persona en el trabajo sobre el que te encuentras murmurando en voz baja? Esa persona que te aumenta la presión arterial, enciende tu impaciencia o hace que te quejes con frustración.

¿Alguna vez consideraste que Dios puede haberlo puesto allí para tu santificación? El compañero de trabajo que te molesta con su comportamiento en realidad puede ser una bendición.

Cuando nos sentimos afectados por la conducta de los demás, Gálatas 5 nos dice que nuestra carne quiere reaccionar con hostilidad, peleas, celos, ambición egoísta, envidia y arrebatos de ira.

Pero el Espíritu Santo que vive en ti y en mí, produce un tipo diferente de fruto en nuestras vidas cuando amamos y seguimos a Jesús sinceramente.

Él cambia nuestra respuesta carnal, como dice Gálatas 5:22-23,

En cambio, la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio. (Gálatas 5:22-23).

Entonces, ¿cómo es un compañero de trabajo molesto, es un beneficio? Cuando un compañero de trabajo te pone nervioso, considera que te están posicionando para una mejora en el fruto del Espíritu. ¿Qué quiero decir con eso? Cuando estés frustrado, considera la posibilidad de que Dios quiera usar esa situación para tu santificación.

Porque la boca habla de lo que rebosa el corazón (Mateo 12:34).

Sabemos que Jesús quiere que nos parezcamos cada vez más a él y que reflejemos su corazón, y nos colocará en circunstancias que nos muestren dónde debemos crecer en madurez espiritual.

Es algo muy amable y amoroso que hace, porque quiere transformar nuestros corazones y mentes para que nuestras palabras y acciones estén en sintonía con lo que él nos creó para ser: portadores y conductos de su amor, gracia y misericordia.

Nuestras vidas están destinadas a ser un testimonio de una forma de vida diferente, y cuando el fruto del Espíritu Santo es tu recurso, los demás verán algo diferente reflejado en ti.

La próxima vez que encuentres que tu carne está lista para responder, pídele al Espíritu Santo que te ayude con una respuesta renovada.

Cuando un compañero de trabajo haga eso que solía molestarte, detente y pregúntale al Espíritu Santo: ¿Cómo es esta persona la puerta de entrada para producir paciencia, bondad o amor en mí?