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Hay momentos en que Dios claramente quiere que nos detengamos, nos quedemos quietos, oremos por una situación y esperemos más orientación. Para mí, esa es la parte difícil. Prefiero moverme que parar y esperar. Pero quizás para ti moverte es la parte difícil. Tienes problemas para poner en práctica tus palabras.

Hay una historia de una Familia llamada los Tator: Dick Tator o el dictador, el padre, Emmy Tator o la imitadora, es la madre, y luego está Hessie Tator o la indecisa, es la hija. Bueno, Hessie tiene problemas para moverse. Ella planea mucho. Ella hace muchas estrategias. Ella habla mucho, realiza muchas reuniones y hace muchas listas. Pero ponerse en marcha, bueno, Hessie justamente tiene problemas para moverse.

Me di cuenta de que el aplazamiento es uno de sus mayores obstáculos. Ella sigue posponiendo las cosas. Sus intenciones son fabulosas, pero el seguimiento se rompe muy a menudo.

Quizás Hessie necesita recordar lo que Jesús dijo a sus discípulos: “Ahora que sabes estas cosas, serás bendecido si las haces”. La bendición entra en acción, pero parece que Hessie no puede llegar a la etapa del “hacer”, entonces ella sigue perdiendo la bendición.

La vida de Jesús en la tierra confirma que no postergó nada. Cuando dijo que viajaría a Jerusalén, lo hizo, incluso cuando sabía que la cruz lo esperaba allí. Lo que prometió, lo cumplió en cada caso.

Jesús contó una parábola en Lucas 6: 48-49 sobre el que escucha la verdad pero no actúa en consecuencia. Dijo que esa persona es como alguien que construye una casa en la arena, y tan pronto como llegan las tormentas, la casa se derrumba y se arruina. Cuando una persona es oyente pero no hacedora, está invitando al desastre a su vida y negando las bendiciones que Dios tiene reservadas para él o ella… para recordar, la bendición está en el hacer, no en el saber.

¡Detenerse, orar, moverse! Hay momentos para dejar de orar y moverse. Creo que algunos de nosotros posponemos las cosas porque tenemos miedo al fracaso. Sabes, cada vez que haces algo, corres el riesgo de fallar, pero si ese miedo te controla, simplemente nunca harás nada. Y además, nadie tuvo éxito sin muchos fracasos en el camino. El fracaso es parte del proceso del éxito.

¡Entonces, pídele a Dios que te dé el coraje para moverte cuando sea el momento de moverte! Reemplaza ese miedo al fracaso con la seguridad de que si te estás moviendo en la dirección de Dios, él está contigo y te ayudará.