Play

¿Alguna vez te has preguntado por qué todos tratamos de encontrar un escondite de algún tipo? Porque necesitamos uno. Oh, necesitamos uno. Somos seres necesitados e indefensos que realmente no somos muy buenos para cuidarnos. No me importa lo que predique la filosofía humanista sobre la autosuficiencia, el hecho es que necesitamos un escondite. No hacemos un buen trabajo al lidiar con el dolor y los problemas. Entonces, nos escondemos sólo para cubrirnos, para fingir que estamos bien cuando no lo estamos; para olvidar; para escapar; para sanar; para sobrevivir.

Esta bien. Dios sabe que tenemos que escondernos. Por eso dice: ” pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio…” (Salmo 91: 4). Por eso David escribió: ” El Señor es refugio de los oprimidos; es su baluarte en momentos de angustia.” (Salmo 9: 9). Y en Salmo 32: 7: ” Pues tú eres mi escondite; me proteges de las dificultades y me rodeas con canciones de victoria. “.

Pablo escribió a los colosenses que deberíamos poner nuestra “mente en las cosas del cielo, no en las terrenales. Porque moriste, y tu vida ahora está escondida con Cristo en Dios” (Colosenses 3: 2-3). Eso suena extraño, ¿no? ¿Morí? Mi vida está escondida No me parece así, pero Gálatas 2:20 arroja más luz sobre esto: ” Mi antiguo yo ha sido crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Así que vivo en este cuerpo terrenal confiando en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí.”.

Ahora, cuando comprendas que tu vida está escondida con Cristo en Dios, y que ya no vives tú, sino que Cristo vive en ti, entonces no tienes que buscar otros lugares para esconderte. Sabes que tienes el escondite que funcionará.

Verás, el problema con todos esos otros escondites es que son temporales. Eventualmente, su efecto desaparece y estás expuesto nuevamente a las heridas y dolores de este mundo.

Dios sabe que necesitas un escondite. Él te ha proporcionado uno en Jesucristo. ¿Por qué te esconderías en otro lugar? Te animo a que te escondas en el lugar correcto: Jesucristo. Él solo es nuestro verdadero refugio y escudo.