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Presentado por Lauren Stibgen

El trabajo es solo un elemento de nuestra vida que puede generar estrés. El matrimonio, los hijos, la familia, los problemas de salud y cualquier otra cosa que añadamos a nuestro día a día también puede causarnos ansiedad.

Sinceramente, pensar en cómo encontrar paz tras todo esto, puede ser una cosa más que añadamos a nuestra rutina. ¿Buscar una paz fugaz solo aumenta tu ansiedad?

Podemos sentir ansiedad mientras esperamos ese momento esquivo de paz. Quizás incluso hayas intentado planearlo. Experimentamos ansiedad en la espera cuando el resultado que percibimos, no ocurre dentro del tiempo que hemos fijado en nuestra mente. Si has reservado un tiempo para la paz en tu calendario cada día y la vida te abruma constantemente, ¡me imagino que esto puede aumentar tu ansiedad!

Yo he sentido todo esto. De hecho, durante gran parte de mi vida profesional y como madre le decía a mi esposo que me sentía como si llevara tacones altos y zapatillas de deporte al mismo tiempo. Intenta caminar así —con un tacón en un pie y una zapatilla deportiva en el otro—, ¡desequilibrada, un poco desordenada, desorientada! Estaba consumida por tantas cosas y no recurría a donde realmente podía encontrar la paz que necesitaba: Jesús.

Jesús nos promete problemas en este mundo. Él sabe que experimentaremos sentimientos de estar consumidos, desequilibrados.

Les he dicho estas cosas para que en mí encuentren paz (Juan 16:33).

Jesús es claro: en él puedo tener paz. Sé que suena tonto, pero cuando pienso en la paz de Jesús que da descanso, pienso en mis pantuflas más cómodas y suaves. No soy elegante; no voy corriendo a ningún lado. Voy a paso lento y encuentro descanso.

Con demasiada frecuencia intentamos planificar nuestra propia paz cuando necesitamos recurrir a Jesús. Si bien algunas de las maneras en que buscamos la paz en este mundo no son “malas”, nunca serán un alivio completo para la ansiedad que sentimos.