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Presentado por Lisa Bishop

Quiero examinar algo esencial para nuestra vida espiritual y para fomentar la unidad en nuestra comunidad cristiana, y eso es permanecer en Jesús.

Jesús mismo nos dio una clave para la unidad en el cuerpo de Cristo cuando nos invitó a permanecer en él.

Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Pues una rama no puede producir fruto si la cortan de la vid, y ustedes tampoco pueden ser fructíferos a menos que permanezcan en mí. (Juan 15:4).

Cuando permanecemos en Jesús, permanecemos, moramos, nos mantenemos conectados con él. No se trata solo de tener una conexión fugaz con Jesús. Se trata de permanecer profundamente arraigados en él, tener una relación continua y permanente donde su presencia y amor permeen cada parte de nuestras vidas.

La unidad en la comunidad de creyentes fluye de nuestra conexión con Jesús. En Juan 15:5, Jesús declara:

Ciertamente, yo soy la vid; ustedes son las ramas. Los que permanecen en mí y yo en ellos producirán mucho fruto porque, separados de mí, no pueden hacer nada. (Juan 15:5).

Cuando estamos arraigados en Jesús, nos unimos en una experiencia compartida de su amor, gracia y verdad.

Piénsalo. Si cada cristiano permanece en Jesús, entonces todos estamos siendo moldeados y transformados por él. Estamos siendo alineados con su corazón, su voluntad y su propósito. Este es el fundamento de la unidad. Cuando permanecemos cerca de Jesús, no solo estamos creciendo individualmente, sino que estamos creciendo juntos como un solo cuerpo en él.

Cuando permanecemos en Jesús, somos nutridos espiritualmente y capacitados para vivir vidas que reflejen su carácter: vidas marcadas por el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y el dominio propio (Gálatas 5:22-23).

A medida que tú y yo damos fruto espiritual, contribuimos a la salud y la unidad general del cuerpo de Cristo, que refleja el poder de Dios.

En cualquier comunidad, inevitablemente habrá desafíos y diferencias. Pero cuando permanecemos en Jesús, él nos da la gracia para superar la división. Su amor y su verdad nos unen incluso en los conflictos. La unidad en el cuerpo de Cristo no es algo que podamos fabricar por nuestra cuenta. No se trata de nuestros esfuerzos por llevarnos bien o resolver las cosas con nuestras propias fuerzas. La verdadera unidad llega cuando nosotros, como individuos y como comunidad, permanecemos en él.

¿Cómo estás permaneciendo en Jesús? Pasar tiempo en la palabra de Dios y en oración son formas de mantenernos conectados y crecer. Y recuerda que la oración es un diálogo, no un monólogo. Crea un espacio para que Dios hable a tus circunstancias y relaciones y transforme tu vida. Cuando nos tomamos un tiempo para simplemente estar en silencio, practicar la gratitud y alabarlo por quién es, desarrollamos una conexión más fuerte y un sentido de su presencia. Cuando permanecemos en Jesús, no solo nos beneficiamos, sino que su amor nos une en perfecta unidad.