Play
Presentado por Lisa Bishop

Estamos examinando las 5 actitudes para la vida cotidiana y hoy, hablemos de la actitud de curiosidad.

¿Alguna vez te has encontrado en una situación en la que creías que tenías razón sobre algo o alguien, pero luego, al obtener más información, te diste cuenta de que estabas totalmente equivocado? Sé que tengo demasiadas veces para contarlas.

Nuestros cerebros tienen una tendencia a sacar conclusiones precipitadas en lugar de hacer preguntas aclaratorias, y eso puede hacer que hagamos suposiciones. Y cuando lo hacemos, puede dañar nuestras relaciones. Si no tenemos cuidado, nuestra reacción precipitada también puede afectar nuestro testimonio como seguidores de Jesús.

Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, pero no apresurarse para hablar ni para enojarse; pues el enojo de una persona no produce la vida justa que Dios quiere (Santiago 1:19-20).

¿Qué tienen que ver estos versículos con adoptar una actitud de curiosidad? Cuando no hacemos caso de estas sabias palabras y, en cambio, nos encontramos reaccionando con certeza en lugar de detenernos y poner en juego nuestra curiosidad, tendemos a actuar desde una posición de juicio. Partimos de una actitud de “sé que tengo razón”, pero la realidad es que a menudo no tenemos el panorama completo. Tenemos una tendencia a suponer que conocemos todos los hechos cuando, en realidad, rara vez los conocemos.

Cuando ese compañero de trabajo, cónyuge o amigo hace o dice algo y tu estás convencido de que conoces su motivo e intención, en lugar de presumir que sabes lo que es verdad, ¡ten curiosidad!

Una forma de hacerlo es cambiar la mentalidad de “apuesto” a “me pregunto”.

En lugar de decir: “Apuesto a que mi compañero de trabajo me oculta información”, cambia a: “Me pregunto por qué no he recibido una actualización sobre ese proyecto todavía. Debe haber una variable que desconozco”.

O pasa de: “Apuesto a que mi amiga no respondió mi mensaje de texto porque no está tan interesada en nuestra amistad” a: “Me pregunto por qué mi amiga no ha respondido. Debe haberlo olvidado o tiene mucho que hacer”.

Ahora bien, puede resultar que tu compañero de trabajo te esté ocultando información o que tu amiga se esté distanciando, pero ese no es el punto. El punto es que nuestras suposiciones son más a menudo inexactas y todos sabemos lo que puede hacer la suposición. Puede hacernos parecer tontos. La próxima vez que juzgues rápidamente y saques conclusiones apresuradas, pasa de “Apuesto a que” a “Me pregunto”, cree lo mejor y ve lo que puede hacer pasar de la certeza a la curiosidad.