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¿Cómo quieres que te recuerden? Me pregunto, ¿piensas alguna vez en cómo quieres que te recuerden? Otra forma de hacer esa pregunta es ¿qué epitafio te gustaría que tuviera tu lápida? Puede parecer un tema deprimente, pero pensar ahora en cómo quieres que te recuerden podría marcar una gran diferencia en tu forma de vivir.
La mayoría de nosotros evitamos hablar de nuestra muerte; nos parece morboso. Pero una cosa es segura: a menos que Jesús regrese pronto para arrebatar a su iglesia, todos enfrentaremos la muerte y todos dejaremos un legado. No es morboso ni deprimente pensar en cómo quieres que te recuerden; es inteligente y cambia la vida. Por eso, mi título de esta semana es “Vive como si estuvieras muriendo”.
Me pregunto cómo viviríamos si cada uno de nosotros supiera exactamente cuándo morirá. ¿Has pensado alguna vez en eso? Si Dios te revelara el día, mes y año en que pasarás de esta vida a la eternidad, ¿cómo afectaría eso tu forma de vivir?
El Salmo 90 se titula “Oración de Moisés, hombre de Dios”, y aquí hay una parte de esa oración:
Enséñanos a entender la brevedad de la vida, para que crezcamos en sabiduría. (Salmo 90:12).
Y el rey David oró:
Señor, recuérdame lo breve que será mi tiempo sobre la tierra. Recuérdame que mis días están contados, ¡y cuán fugaz es mi vida! (Salmo 39:4).
Estaban en la misma página, aunque con siglos de diferencia. No pedían un don de profecía, sino que le pedían al Señor que los ayudara a vivir como si estuvieran muriendo, a vivir en la realidad de que sus días estaban contados y su vida era fugaz.
¿Cuántas veces has hecho una oración como esta?: Señor, muéstrame cuán fugaz, cuán breve, cuán corta, cuán transitoria, es mi vida. Supongamos que comenzáramos cada uno de nuestros días con esta oración, pidiéndole a Dios que nos ayude a contar nuestros días. Entonces comenzaríamos a vivir como si estuviéramos muriendo: viviríamos sabiendo que este mundo es temporal, pero la eternidad es para siempre. Si eres como yo, algunos días piensas en ello, pero la mayoría de los días no tanto. Quiero animarte, como lo hago yo misma, a que pienses con regularidad en la verdad de que un día dejarás esta vida y entrarás en la eternidad. ¿Estás viviendo con los valores de la eternidad en mente? Esta es una buena pregunta que todos debemos considerar.