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 Presentado por Lisa Bishop

¿Oras por tus compañeros de trabajo? Hoy estamos terminando nuestra semana de estar en misión en el lugar de trabajo con una forma poderosa de tener un impacto en el trabajo: orar por nuestros colegas. Cuando oramos por nuestro jefe, el equipo ejecutivo, los clientes y los compañeros de trabajo, pedimos que el corazón de Dios se mueva de manera profunda; que traiga su amor, sabiduría, paz y provisión a sus vidas. Oramos para que las personas lleguen a tener una fe salvadora en Jesús.

Así que, recomiendo, ante todo, que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos, (1 Timoteo 2:1). 

Esto incluye a nuestros compañeros de trabajo, jefes e incluso a aquellas personas con las que nos resulta difícil llevarnos bien. Orar por nuestros colegas es una expresión tangible de nuestro amor por ellos y nuestro deseo de ver lo mejor de Dios en sus vidas. 

Piensa en las personas que ves todos los días en el trabajo. Cada una tiene sus propias luchas, esperanzas y sueños. Pueden estar enfrentando desafíos personales, problemas de salud o simplemente el estrés de las responsabilidades diarias. Cuando los elevamos en oración, invitamos a Dios a trabajar en sus situaciones y nos asociamos con Dios en su misión de bendecir y transformar vidas. 

La oración también puede cambiar nuestros propios corazones y actitudes. Es difícil albergar resentimiento o indiferencia hacia alguien por quien estás orando fielmente. Cuando oramos, Dios ablanda nuestros corazones y nos llena de su amor y compasión. Comenzamos a ver a nuestros colegas a través de los ojos amorosos, misericordiosos y compasivos de Jesús, reconociendo su valor y dignidad inherentes. 

La oración del justo es poderosa y eficaz (Santiago 5:16).

Esto significa que nuestras oraciones pueden tener un impacto real. Ya sea una oración silenciosa en nuestro escritorio, en una reunión de Teams u orando por las personas durante nuestro tiempo de silencio, Dios escucha nuestras oraciones y responde.

Puede que no siempre veamos resultados inmediatos, pero podemos confiar en que Dios está trabajando de maneras que no podemos ver. 

Orar por los demás puede abrir puertas para conversaciones más profundas sobre la fe. Cuando alguien comparte una necesidad o una lucha con nosotros, ofrecernos a orar por ellos, o incluso orar con ellos en ese momento, puede ser un testimonio profundo de nuestra fe y del amor de Dios. Demuestra que nos preocupamos profundamente y creemos en un Dios que está íntimamente involucrado en nuestras vidas. 

Cuando vayas al trabajo, recuerda que estás en una misión. Hagamos un hábito orar por quienes nos rodean. Pídele a Dios que los bendiga, los guíe y se les revele de maneras poderosas. A través de nuestras oraciones, nos convertimos en conductos de la gracia y el amor de Dios, llevando su luz a nuestros lugares de trabajo y cumpliendo su misión.