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Si estuvieras en juicio por ser cristiano, ¿habría pruebas suficientes para condenarte? Esa es la pregunta que estoy planteando esta semana. Es una pregunta que llega al corazón de si quienes afirmamos ser cristianos realmente vivimos según los principios y prioridades bíblicas. Si el mundo que nos rodea puede ver alguna diferencia en la forma en que vivimos, la forma en que respondemos, las prioridades de nuestras vidas en comparación con los demás.
Imagina que estás en juicio, después de haber sido acusado por ser cristiano. El fiscal llamaría a testigos a quienes se les preguntaría si han visto alguna prueba clara para condenarte por ser cristiano. ¿Qué dirían? ¿Hay algún compañero de trabajo que diría con confianza: “Sé que es cristiana porque…”? ¿O tal vez un miembro de la familia? ¿O un vecino?
Jesús dijo: “ Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben a su Padre que está en los cielos.” (Mateo 5:16).
¿Qué tan brillante es tu luz? ¿Brilla de manera constante para que quienes están en tu mundo sepan que eres cristiano?
Hace años, durante un tiempo, no fui un testigo brillante de Cristo. Las personas que trabajaban conmigo no habrían podido acusarme de ser cristiana. Recuerdo que una vez le dije a un compañero de trabajo que iba a la iglesia, y él se sorprendió. Dijo: “No sabía que eras una persona religiosa”. Y es verdad: él no lo sabía porque no había evidencia en mi vida en ese momento que me hubiera condenado por ser una seguidora de Cristo.
Es un comentario triste, sin duda, pero gracias a Dios ahora no es el caso, y gracias a Dios, él deja atrás nuestro pasado y abre nuevos caminos para que le sirvamos.
Pablo le escribió a su discípulo, Timoteo:
Que nadie te menosprecie por ser joven. Al contrario, que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, en amor, fe y pureza. (1 Timoteo 4:12).
Ese es un estándar muy alto, ¿no es así? Dar ejemplo en la manera en que hablamos, en la manera en que nos comportamos, en la manera en que amamos a otras personas, en la manera en que confiamos en Dios y en la pureza de nuestras vidas. Ese es el tipo de evidencia que demuestra que Dios te ha cambiado a través de la fe en Jesucristo.