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¡Gracias a Dios que es viernes… lunes! Supongo que algunos de ustedes ya le han dado gracias a Dios porque es viernes, pero lo que he estado tratando de hacer esta semana es ayudarlos a ver cómo pueden aprender a decir verdaderamente: “Gracias a Dios que es lunes”. Agradezcan a Dios por el trabajo, por su asignación laboral y por lo que Dios va a hacer con ustedes y a través de ustedes en su trabajo.

Miren nuevamente la primera asignación laboral que se le dio a Adán; Dios nunca lo dejó solo. Dios siempre estuvo allí con él. Si han recibido a Cristo como Salvador, nunca están solos; él está con ustedes en todo su trabajo.

De hecho, nos ha invitado a acercarnos a él y tomar su yugo sobre nosotros. Un yugo es un bloque de madera que mantiene unidos a dos animales mientras trabajan. Jesús quiere compartir su yugo contigo, que trabajes junto a él, y la buena noticia es que su yugo es fácil. Cuando vas a tu trabajo todos los días unido con Jesús, trabajando con él a tu lado, tu trabajo se vuelve mucho más fácil. Esa es una de las formas en que Jesús redime nuestro trabajo de la maldición.

Ahora, piensa en toda esa contienda en tu lugar de trabajo; esa actitud de competencia feroz que permea tu trabajo; la injusticia, la discriminación y el egoísmo que abundan. Todo comenzó cuando el trabajo fue maldecido con espinas y cardos. Pero debido a que Jesús se convirtió en una maldición por nosotros en la cruz, ya no tenemos que vivir bajo esa maldición, y eso significa que podemos y debemos tener una actitud transformada hacia el trabajo.

Esto significa que tú puedes demostrar el poder transformador de Jesucristo mediante tu actitud hacia el trabajo, porque has sido liberado de la maldición de la ley mediante la fe en Jesucristo. Puede que tengas que trabajar en un entorno corrupto, pero no tienes por qué ser corrompido por él. Puedes destacarte entre esa multitud como una luz brillante de esperanza al demostrar una actitud transformada hacia su trabajo.

Como ves, la única forma en que ese lugar de trabajo cambiará es cuando cambien los corazones individuales de las personas. Y es posible que Dios te haya puesto allí precisamente por esa razón: para ayudar a algunas de esas personas a ver su necesidad de Dios a través de tu forma de trabajar. Es muy emocionante, ¿no te parece?

Pero debes comenzar con tu actitud hacia el trabajo: una actitud de agradecimiento, una actitud de anticipación, una actitud de hacer lo que Dios te ha llamado a hacer. Entonces podrás decir honestamente: ¡Gracias a Dios que es lunes!