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¡Gracias a Dios que es lunes! Sé que es jueves. Pero el título de mi serie de esta semana es “Gracias a Dios que es lunes”, porque cuando nacemos de nuevo, realmente podemos decirlo y sentirlo.
El trabajo es un regalo de Dios y, como él lo planeó, brinda satisfacción, serenidad, disfrute y todas esas cosas buenas que seguimos buscando. El problema es que el trabajo cayó bajo la maldición cuando Adán y Eva pecaron, y desde entonces ha sido corrompido por el pecado. Esa corrupción ha hecho que muchos tengan una actitud malsana hacia el trabajo, y eso incluye a los cristianos.
Aquí está la gran noticia.
Cristo nos redimió de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros, porque está escrito: «Maldito todo el que es colgado en un madero» (Gálatas 3:13).
Jesucristo vino a redimirnos de la maldición del trabajo. Con Jesús en control de tu vida, puedes darte cuenta del propósito original del trabajo y ser liberado de la corrupción que ha hecho que, trabajo sea una mala palabra para muchos.
Ahora bien, para hacer eso, primero debes tener una relación personal con Jesús a través de la fe. Luego, debes asegurarte de que el trabajo que estás haciendo es la tarea que Dios te ha asignado. Dios tiene trabajo para cada uno de sus hijos, y cuando Dios te da trabajo, es sagrado. Ya sea que lo llames secular o sagrado, si estás haciendo lo que Dios quiere que hagas, es un trabajo sagrado.
Si volvemos a mirar a Adán, vemos que se le había asignado un trabajo divino y que, mientras estuviera dispuesto a obedecer, viviría en el paraíso. El trabajo era maravilloso; todo era agradable. Pero también se le dio la libertad de rebelarse contra el plan de Dios para su vida y, por desgracia, eligió hacerlo. Tú y yo tenemos la misma libertad de rebelarnos contra los planes de Dios para nuestras vidas, pero cuando lo hacemos, pagamos el precio.
Si quieres transformar tu jornada laboral en algo significativo y que valga la pena, desarrolla la perspectiva correcta hacia el trabajo que haces y hazlo como para el Señor. Piensa cada día en que le rindes cuentas a Jesús. Trabajas para él y estarás demostrando una actitud totalmente nueva, que se mostrará a todos los que trabajan contigo y para quienes trabajas.