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El trabajo que Dios nos da puede ser gratificante, satisfactorio, significativo y placentero. ¿Es así?, estarás pensando, eso es si trabajas para alguna organización o iglesia cristiana. No, no es eso a lo que me refiero.

En Génesis 1 y 2 vemos la primera tarea que Dios les dio a Adán y Eva. Les dijo que fueran fructíferos y se multiplicaran, que llenaran la tierra y la gobernaran, que gobernaran el mundo de las criaturas y que pusieran nombre a todas las criaturas vivientes. Luego le asignó a Adán la tarea de cuidar el jardín. Esa era la descripción del trabajo de Adán.

Observa que, tal como se pretendía originalmente, el trabajo lo asignaba Dios y el hombre obedecía. Y es interesante notar que la mayoría de los cristianos de hoy considerarían que la primera descripción de trabajo era un trabajo “secular”. Pero como Dios lo asignó, tenía que ser sagrado, ¿no es así? Lo mismo es cierto hoy. La naturaleza del trabajo que uno hace no determina si es sagrado o no. El trabajo es sagrado cuando lo asigna Dios.

Ahora, te pido que pienses en tu propia situación laboral, ya sea que estés en la fuerza laboral o trabajando sin un sueldo. ¿Dios te ha asignado un trabajo? ¿Estás seguro de que estás en el trabajo que Dios quiere que tengas? Dios no nos pregunta qué queremos hacer. Nos asigna trabajo.

Pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que las hicieramos. (Efesios 2:10).

Dios no está aquí para hacernos sentir realizados en la carrera o el trabajo que escogemos. Estamos aquí para hacer el buen trabajo que él ha preparado para que hagamos.

Tal vez ir a trabajar te resulte difícil porque le estás pidiendo a Dios que te ayude a cumplir tus planes, y él está esperando que le des la hoja de papel en blanco y le pidas que escriba el plan. Incluso cuando consigas el trabajo que crees que quieres o ganes el dinero que quieres ganar, si no es el plan de Dios para tu vida, serás miserable. El trabajo es gratificante y satisfactorio sólo cuando hacemos obedientemente el trabajo que Dios nos ha asignado.

¿Cómo sabes lo que Dios quiere que hagas? Pasas tiempo con el Señor y en su Palabra, pones en primer lugar el reino de Dios y su justicia, y te prometo que, sin falta, sabrás si Dios quiere que estés donde estás o si deberías estar en otro lugar.

Cuando tenemos el trabajo que Dios quiso que tuviéramos, el trabajo se redime de la maldición. Es sagrado. Podemos hacer nuestro trabajo para la gloria de Dios y podemos disfrutar del trabajo como lo planeó originalmente nuestro Creador.