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Dime la verdad: ¿Te encantó ir a trabajar hoy? ¿O estabas pensando: “Vaya, es sólo martes; faltan cuatro días para el fin de semana”?
¿Por qué encontramos esta actitud bastante universal hacia el trabajo? Todo el mundo parece vivir para los fines de semana. El título de mi serie de esta semana es “¡Gracias a Dios que es lunes!”, porque si eres un seguidor de Cristo y has sido liberado del pecado y su maldición por la fe en Jesús, entonces puedes (y debes) tener una visión totalmente diferente de tu trabajo. Deberías poder decir honestamente: “¡Gracias a Dios que es lunes… o martes!”.
Ayer vimos que Dios le dio a Adán trabajo para hacer en el Jardín del Edén, y hasta que el pecado entró en escena, el trabajo era algo para disfrutar, algo satisfactorio y significativo. Todo lo que Dios creó era bueno, por lo que el trabajo era bueno. El lugar de trabajo original era agradable, un lugar de compañerismo con los demás y con Dios, un lugar de cooperación y obediencia. El trabajo de Adán era cuidar el jardín, o la granja, y esa era una tarea sagrada de Dios, no un trabajo secular que tenía que hacer para ganarse la vida.
Pero una vez que el pecado entró en escena, ese plan original se corrompió. Y desde ese momento el trabajo se volvió monótono. ¿Te preguntas por qué tu lugar de trabajo parece tan miserable a veces, o por qué las relaciones son tan tensas en su lugar de trabajo, o por qué es tan difícil motivarte en tu trabajo? Es porque el trabajo ha sufrido las “espinas y cardos” de la maldición que se encuentra en Génesis 3.
En nuestros lugares de trabajo corruptos, las personas rechazan a Dios y, a menudo, cualquier otra autoridad que se les imponga. Puede haber poca cooperación y muchos celos. Parece que todos buscan ser el número uno sin tener en cuenta el bienestar de los demás. El lugar de trabajo está regido por la naturaleza humana y esa es una naturaleza pecaminosa.
¡Y aquí estás tu, un creyente nacido de nuevo en Jesucristo, obligado a salir a ese lugar de trabajo corrupto cinco días a la semana! ¿A veces simplemente anhelas ser liberado de este entorno de trabajo corrompido por el pecado?
La cuestión es la siguiente: Jesús vino a redimirnos de la maldición del pecado, pero nos dejó a propósito en este mundo. Ahora tenemos la increíble oportunidad de demostrar cómo se supone que debe ser realmente el trabajo, ¡sí, incluso en medio de ese ambiente de trabajo corrupto! ¿Alguna vez has pensado en el privilegio que tienes de mostrarle al mundo cómo Dios quiso que fuera el trabajo? ¿Lo haces? ¿Te gustaría hacerlo?
Te daré algunas sugerencias a partir de mañana.