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Todos nosotros entendemos las luces de pare y siga de un semáforo. Somos controlados por ellas diariamente. Bueno, Dios tiene un semáforo para nosotros, y necesitamos reconocer y obedecer las luces. Quiero hablar acerca de lo que sucede cuando nos detenemos, pero Dios dice avanza o avanzamos cuando Dios dice detente. 

En Números 9 encontramos a los israelitas en el desierto en su camino a la Tierra Prometida, y Dios les había instruido para construir un tabernáculo en la Tienda del Testimonio. Este era un lugar sagrado, que estaba cubierto con una nube que parecía fuego. Cada vez que la nube se levantaba de encima de la Tienda, los israelitas partían; cada vez que se asentaba sobre la Tienda, los israelitas acampaban. Era una nube para parar o seguir.

A veces se detenían solo para descansar una noche y luego continuaban; la nube se elevaba a la mañana siguiente. Y a veces se quedaba por dos días o un mes ¡o un año! Nunca lo sabían; simplemente tenían que buscar la señal de Dios, y luego obedecer. Además, noto que Dios no les dio explicaciones para las señales de parar o seguir. Todo lo que sabían era detenerse o avanzar.

Por lo tanto, tenían que confiar en Dios. Si se hubieran ido cuando Dios dijo deténgase, se habrían perdido. Si se hubieran detenido cuando Dios dijo que se avanzaran, se habrían perdido un progreso importante hacia la Tierra Prometida.

Ahora, piensa, cuando tu estás conduciendo y tú decides avanzar una luz roja, tu puedes encontrarte con alguien que necesitas evitar, causando todo tipo de problemas de relaciones. Afectas tu propio progreso, y el de los demás. También puedes fácilmente meterte en problemas con las autoridades. Si un oficial de tráfico te ve, seguro que te multan.

Lo mismo es cierto en nuestro caminar con Dios cuando decidimos avanzar antes de que él nos haya dado luz verde. Nos encontramos con problemas de todo tipo. Si eres una persona orientada a la acción como yo, esta es una lección que tienes que aprender y volver a aprender muchas veces. Si no me muevo, siento que algo debe estar mal.  

Tiendo a adelantarme, mirando la línea de meta, corriendo en mi propia fuerza muchas veces, pensando que estoy haciendo el trabajo para el Señor. A menudo, puedo encontrarme avanzando sin oración ni guía. Pero tengo que aprender que cuando avanzo en una señal de alto, me entrometo en el camino de lo que Dios quiere hacer por mí y a través de mí. Avanzar en luz roja causa muchos problemas.