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¿Alguna vez has dicho: “¡Señor, ya es suficiente! ¿Cuándo vas a hacer algo frente a esto? ¿Por qué esperas tanto?” Bueno, no conozco a nadie que no le haya hecho esas preguntas a Dios en algún momento u otro de su caminar cristiano. Ciertamente yo lo he hecho.

Cuando parece que Dios ha esperado demasiado para responder a tus oraciones, debes detenerte y darte cuenta de que sus propósitos pueden ser muy diferentes a los tuyos. Con frecuencia, antes de responder a tu necesidad, él te está adaptando al problema y ayudándote a aprender una lección muy necesaria. Tal vez quiera enseñarte que puedes enfrentar y soportar problemas siempre y cuando, él esté contigo en los problemas. Entonces él te sacará de allí. Pero no sucederá hasta que hayas dejado de estar inquieto y preocupado por ello. Es posible que esté esperando que tu estés tranquilo y en silencio. Entonces podrá decir: “ya es suficiente”.

Paul Billheimer escribió en Aventuras en la adversidad: “No puede haber prueba de carácter sin demoras… De este modo, durante la demora, Dios está probando y desarrollando el carácter. Es fácil impacientarse con Dios cuando no comprendemos el “propósito” de su retraso. Sin embargo, Dios está dispuesto a ser incomprendido en el universo que ha creado, para lograr su propósito de desarrollo del carácter”.

Recuerdo un retraso de tres años que Dios me dio, cuando tenía tantas ganas de dejar un trabajo en el que estaba. Y si lo hubiera dejado cuando quería, me habría perdido tres años de desarrollo personal que han sido esenciales para mi caminar con Dios y el ministerio que me ha dado. Las duras lecciones que aprendí moldearon mi carácter y me prepararon para lo que me esperaba.

Cuando finalmente terminó, escribí en mi diario: “Te alabo porque ahora ya fue suficiente. Mi tiempo en este trabajo ha terminado, pero te alabo porque no lo terminaste hasta que completaste tu trabajo en mí”. Es fácil decir eso al final, pero difícil decirlo en el medio, ¿verdad?

Si hoy estás en esa situación, preguntándote por qué Dios no ha hecho nada todavía, trata de recordar que llegará el día en que podrás mirar hacia atrás y ver cómo Él te estaba desarrollando en ese momento. Algún día te dirá: “Ya es suficiente”. Hasta entonces, sigue confiando y creyendo que él espera para poder ser misericordioso contigo.