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Presentado por Lisa Bishop
Hemos estado explorando la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas y concluiremos con un recordatorio de su presencia en tu vida.
El rey David escribió el Salmo 139 como oración y alabanza a Dios, reconociendo la presencia personal del Espíritu Santo en su vida.
¡Jamás podría escaparme de tu Espíritu! ¡Jamás podría huir de tu presencia!
Si subo al cielo, allí estás tú; si desciendo a la tumba, allí estás tú.
Si cabalgo sobre las alas de la mañana, si habito junto a los océanos más lejanos, aun allí me guiará tu mano y me sostendrá tu fuerza (Salmo 139: 7-10).
Dios estuvo con David en sus momentos más bajos y en sus victorias más magníficas. Lo mismo es cierto para ti. Pase lo que pase, Dios siempre está contigo, amigo mío. En tus mayores alegrías y en tus épocas de tristeza, desilusión, miedo o desesperación. En tus momentos más altos y más oscuros, el Espíritu Santo te abraza, te rodea por todos lados y te cubre. Incluso en las temporadas de espera en las que sientes su silencio y te preguntas si te escucha, lo hace. No dejes que tus sentimientos te engañen. Dios siempre está cerca de ti. Deja que eso se asimile.
Si estás en una época en la que sientes que Dios está en silencio, esta vez, no temas. Ha habido varios momentos en mi vida en los que sentí que Dios estaba en silencio, momentos en los que deseaba desesperadamente una respuesta o dirección. Lo que necesitaba que me recordaran es que, aunque Dios parece estar en silencio, todavía está presente. En esos momentos de silencio, debemos preguntarnos: “¿Seguiré avanzando y buscando a Cristo y la semejanza de Cristo, aun cuando la vida parezca estancada? ¿Cuándo siento que no estoy avanzando en mi carrera, en mi vocación, en la vida?”
En esos momentos en los que quizás nos cuesta sentir su presencia, estamos progresando en lo que es más importante: confiar en Dios y volvernos más como él, mientras esperamos el momento de su respuesta a nuestras preguntas más profundas y anhelo de dirección.
No estoy segura de en qué circunstancias te encuentras actualmente, pero te pido que no sólo recuerdes que el Espíritu Santo está presente, sino que también experimentes la cercanía y la compañía del Espíritu de Dios. Tómate un tiempo ahora para reconocerlo y agradecerle su cercanía, que en este momento te toma la mano con bondad, amor y ternura.
Espíritu Santo, te damos gracias porque siempre estás con nosotros y guiándonos. Ayúdanos a experimentar más de ti.