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¡Cuidado con ese botón de enviar! Ésa es mi advertencia al concluir mis reflexiones sobre la comunicación electrónica eficaz. Ese botón de enviar en tu computador hace que sea más fácil enviar un mensaje de inmediato, pero también puede convertirse en tu talón de Aquiles si se usa sin cuidado.

Recuerda que todo lo que envíes por correo electrónico estará disponible en algún lugar del ciberespacio por siempre jamás. Puede que tu intención sea que el mensaje sea para los ojos de una sola persona, pero puede ser distribuido o leído muy fácilmente por personas que nunca debieron leer el mensaje. Todo lo que digas en el ciberespacio no se puede retractar. Pierdes el control de tu mensaje una vez que presionas enviar. Esos correos electrónicos pueden volver a perjudicarte, destruir amistades e incluso arruinar carreras.

No hace mucho escribí un correo electrónico sobre una situación delicada y estaba a punto de enviarlo cuando me di cuenta de que de ninguna manera quería ese correo electrónico en el ciberespacio. Y luego, no hace mucho, envié un correo electrónico a la persona equivocada. Elegí el nombre correcto, pero no pude ver que había más de una persona en mi libreta de direcciones con ese nombre. Se lo envié a la persona equivocada. Afortunadamente, no fue de naturaleza sensible, por lo que no hubo ningún daño, pero me di cuenta nuevamente de lo fácil que es enviar un correo electrónico a la persona equivocada.

Una buena regla general es leer cada palabra de tu correo electrónico antes de enviarlo. Verifica el nombre o nombres y asegúrate de que sean correctos. Y luego pregúntate: ¿hay algo en este correo que no debería estar por escrito? En caso de duda, ¡no lo hagas! Levanta el teléfono o espera hasta ver a esa persona para enviar ese mensaje. No es tan rápido, pero podría ahorrarte muchos problemas en el futuro.

Proverbios 21:23 dice: Los que guardan su boca y su lengua se guardan de la calamidad. Proteger tus palabras, incluso aquellas electrónicas, realmente puede ayudarte a evitar una calamidad.