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Presentado por Lisa Bishop
La mayoría de nosotros reconocemos la importancia de desarrollar la paciencia, pero no tenemos prisa por desarrollarla; y se ha dicho que la paciencia es una prueba de nuestra autenticidad y carácter cristianos.
Un ejemplo de paciencia es la historia de José contada en Génesis 37-50. Te animo a que leas la historia por tu cuenta, pero aquí está la esencia. José era un hijo predilecto de Jacob, traicionado por sus hermanos y vendido como esclavo en Egipto. En Egipto encuentra el favor de uno de los funcionarios de Faraón, Potifar, y se le deja a cargo de la casa de Potifar. La esposa de Potifar acusa injustamente a José de intentar acostarse con ella y, como resultado, lo encarcelan. Después de años en prisión, José interpreta los sueños de Faraón y finalmente es liberado y puesto a cargo de toda la tierra de Egipto. Entonces sobreviene una hambruna y los hermanos de José, que no lo reconocieron, vienen a pedirle comida. José los retiene y finalmente revela su identidad. Sus hermanos tienen miedo de esperar que él busque venganza. Pero José responde pacientemente:
—No me tengan miedo. ¿Acaso soy Dios para castigarlos? Ustedes se propusieron hacerme mal, pero Dios dispuso todo para bien. Él me puso en este cargo para que yo pudiera salvar la vida de muchas personas. No, no tengan miedo. Yo seguiré cuidando de ustedes y de sus hijos. (Génesis 50:19-21).
La fe de José en Dios le dio la paciencia para perseverar desde la fosa hasta la prisión y, finalmente, ser elevado al palacio.
Su historia muestra que la paciencia comienza con saber que Dios es soberano y tiene el control. Cuando te encuentres soportando dificultades, reveses, traiciones o incertidumbres, este es el momento de confiar y apoyarte en Dios.
Seré la primera en decir que no es fácil, especialmente cuando hay sufrimiento de por medio. Pero debes tener la paciencia y la perseverancia para saber que Dios arreglará todas las cosas, muy probablemente no en tu momento o a tu gusto, sino de acuerdo con su amor y soberanía. Y Dios usará el tiempo para producir algo en ti mientras te aferras a él.
La paciencia es aprender a aceptar las cosas que no podemos cambiar al dejarlas al pie de la cruz, poniendo nuestra confianza en nuestro padre celestial.
En tiempos difíciles, quiero animarte a rendirte al tiempo de Dios y aceptar la espera como un tiempo de crecimiento. Permite que Dios forme tu carácter y profundice tu fe durante estos tiempos. Y recuerda las palabras de Proverbios 3:5-6.
Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar.