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¿Cómo manejas el desánimo? Nuestra amiga Fran se enfrenta a momentos desalentadores en este momento y Jesús está tratando de ayudarla a ver cómo puede vencer ese desánimo en su vida.
Los niños finalmente están en la cama y Fran está conversando con Jesús sobre el desánimo. Al pensar más en esto, reconoce que el desaliento es también una de las armas más efectivas del diablo contra los creyentes. “Veo muchos creyentes que nunca parecen tener victoria sobre el desánimo, Señor”, continúa su conversación con Jesús, “y me pregunto por qué no. ¿Cuándo se vuelve pecaminoso el desánimo?”
Piensa en todas las cosas malas que le han sucedido últimamente y los sentimientos desalentadores comienzan a invadirla nuevamente. “Sabes, Señor, que es humano desanimarse cuando suceden todas estas cosas que están fuera de mi control. Quiero decir, yo no causé ninguna de ellas y parece que no puedo cambiar ninguna tampoco”.
Mientras Fran piensa en todo esto, suena el teléfono y es su amiga, Louise. “Oh, Louise, estoy muy desanimada”, le dice. “¿Te enteraste que perdí esa cuenta en la que estaba trabajando? Después de todo ese trabajo, fueron a la competencia”. Ella hace una pausa. “Oh, claro, hay más peces en el mar, pero dime dónde”, le responde a Louise en un tono bastante sarcástico.
“Y además de eso, Drew tiene problemas en la escuela”, dice. “Y hoy recibí mi segundo aviso de una factura vencida del dentista. No tengo el dinero para pagar esa factura este mes. Y para colmo, Debbie llamó para decirme que no podría ayudarme con la iglesia de niños este año. No lo sé, Louise, nada me va bien”.
Pasa unos minutos más quejándose con Louise y luego cuelga. “Bueno, seguro que te descargaste sobre ella”, escucha esa voz interior que le dice.
“Bueno, para eso están los amigos, ¿verdad?” Fran responde. “Tengo que decírselo a alguien”.
Pero tan pronto como lo dice, su corazón se siente culpable. “¿Por qué me descargué con Louise? Ella llamó para tener una agradable conversación conmigo; de hecho, no sé realmente por qué llamó. No le di la oportunidad de decirlo. Simplemente descargué mi desánimo sobre ella y probablemente logré desanimarla también”.
Fran se siente muy mal por la forma en que se quejó con Louise. “Señor”, dice, “tú eres mi maravilloso consejero, mi amigo, y con mi desánimo debo acudir a ti, no a la pobre Louise”. Recuerda el pasaje del Salmo 142, que dice:
“ Ante él expongo mi queja; ante él expreso mi angustia.” (Salmo 142:2).
Si hoy estás desanimado, díselo a Jesús; a nadie más, sólo a Jesús. Él puede manejarlo y puede ayudar.