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¿A veces te sientes muy fuera de lugar en tu entorno laboral? Debido a que vivimos y trabajamos en un mundo caído, a menudo se nos recuerda dolorosamente que, como discípulos de Jesucristo, simplemente no encajamos social ni culturalmente. Daniel tuvo la misma experiencia cuando fue llevado a tierra extranjera. Pero allí, en medio de una cultura totalmente secular y pagana, se mantuvo fiel a sus principios bíblicos y no permitió que la cultura que lo rodeaba lo arrastrara a su nivel.

Daniel quedó profundamente influenciado por una carta que el profeta Jeremías envió a los exiliados. En Daniel 9:2 leemos: “En su primer año de reinado, yo, Daniel, comprendí ese pasaje de las Escrituras donde el Señor comunicó al profeta Jeremías que la ruina de Jerusalén duraría setenta años”. Esa carta, al ser de naturaleza profética, era la Palabra de Dios.

Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel, a todos los que envié al exilio de Jerusalén a Babilonia: «Construyan casas y habítenlas; planten huertos y coman de su fruto. Cásense y tengan hijos e hijas… Multiplíquense allá y no disminuyan. Además, busquen el bienestar de la ciudad adonde los he deportado y pidan al Señor por ella, porque el bienestar de ustedes depende del bienestar de la ciudad» (Jeremías 29:4-7).

Nota que Daniel y sus amigos cercanos debían servir al Señor allí mismo en Babilonia, mientras estaban en el exilio. Debían prosperar, trabajar y participar en la sociedad que los rodeaba.

Creo que Dios tiene la intención de que sus hijos participen en la cultura pagana que nos rodea: que trabajen en esa cultura y sean una luz en esa cultura e incluso que tengan éxito en esa cultura. Pero nunca debemos transigir ni adoptar las formas pecaminosas de la cultura. En el mundo, pero no del mundo: ese es nuestro desafío. Daniel y sus tres amigos cercanos pudieron hacerlo muy bien.

Y notarás que Daniel conocía la Palabra de Dios tal como la entregó el profeta Jeremías. Sin duda esa fue una de las principales razones por las que pudo triunfar en esa cultura, porque conocía y creía en la Palabra de Dios. Lo tenemos un poco más fácil porque tenemos toda la Palabra de Dios escrita, y cuando la hacemos parte integral de nuestras vidas, nos fortalece para ser fuertes para el Señor y permanecer fieles a sus principios, como lo hizo Daniel.