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Presentado por Lisa Bishop

¿Estás viviendo libre?

El otro día estaba sentado en mi cocina con algunos amigos conversando sobre nuestra adolescencia y algunas de las cosas estúpidas que hicimos. No me convertí en seguidora de Jesús hasta que tuve 20 años, así que tuve mucho tiempo para vivir mi versión de “libertad” y tomar decisiones que luego recordaría con arrepentimiento. Y no es que haya que ser joven para ser tonto. Hay muchas decisiones imprudentes que podemos tomar y tentaciones en las que podemos caer, incluso como seguidores adultos de Jesú

Vivimos en un mundo que dice: “Sigue tus impulsos”. “Haz lo que se sienta bien en el momento”. “Actúa según lo que es correcto para ti”. Y a esto lo llamamos libertad. El diccionario define la libertad como “poder o permitir hacer, decir, pensar lo que quieras, sin ser controlado ni limitado”. Pero la verdadera libertad no es la libertad de hacer lo que uno quiera. La verdadera libertad requiere disciplina.

Decir que hay libertad en la disciplina casi puede parecer una contradicción. Pero en su carta a la Iglesia en Roma, el apóstol Pablo alude al impacto de la falta de disciplina que conduce a una falsa libertad y, en última instancia, al pecado.

“Mientras hicieras lo que te apetecía hacer, ignorando a Dios, no tenías que preocuparte por pensar o vivir correctamente, ni por nada correcto. ¿Pero a eso le llamas vida libre? ¿Qué sacaste de esto? Nada de lo que estés orgulloso ahora. ¿A dónde te llevó? A un callejón sin salida” (Romanos 6:20-21, MSG).

El mundo dice: “Haz lo que quieras, cuando quieras” y lo llama libertad. Jesús considera que satisfacer la carne es pecado y lo llama esclavitud.

En Gálatas 5:1 Pablo dice enfáticamente: “Por lo tanto, Cristo en verdad nos ha liberado. Ahora asegúrense de permanecer libres y no se esclavicen de nuevo a la ley”. Eres esclavo de cualquier cosa que dejes que te domine e influya en tus acciones, palabras y comportamiento. Cuando se trata de la verdadera liberación, la verdadera libertad, será necesario que omitas cosas en tu vida que no reflejan tu salvación. O dicho de otra manera, disciplínate para deshacerte de decisiones sin principios que gratifican la carne y no reflejan la santidad de Dios.

¿En qué parte de tu vida la falta de disciplina paraliza tu libertad en Cristo? ¿Qué pensamientos o acciones te gobiernan en lugar de ser guiado por Dios y puesto bajo la autoridad de Jesús? ¡Es para la libertad que Cristo te ha hecho libre! Confiesa a Dios y agradécele que su Espíritu Santo no sólo te guía sino que te capacita para vivir una vida de verdadera libertad a través de la disciplina de la libertad.