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Si tuvieras que calificarte a ti mismo según tu grado de satisfacción, en una escala del uno al diez, ¿diría que estás muy satisfecho, un diez, o tu calificación sería mucho más baja en esa escala?

Pablo le escribió a Timoteo que “gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento”. Eso es realmente lo que quiero comunicar, que todos debemos aprender a estar contentos con quienes somos, cómo Dios nos ha creado, contentos con nuestros cuerpos, nuestras personalidades, nuestros dones y sí, incluso con nuestras circunstancias. Y cuando estés satisfecho con lo que eres, si al mismo tiempo persigues la piedad, ¡obtendrás una gran ganancia!

¿Qué tipo de ganancia?, puedes preguntarte. La ganancia de saber que estás creciendo más como Jesús; la ganancia de ver cómo Dios te está usando en la vida de los demás; la gran ganancia de saber que Jesús está complacido; se puede escuchar su “Bien hecho, buen y fiel servidor”. Ese es el tipo de ganancia que este mundo nunca podrá darte. Ningún éxito, dinero o logro, jamás se acercará a la ganancia de que, como seguidor de Cristo, estás andando como es digno del Señor Jesucristo.

Pedro escribió que “su divino poder (de Jesús) nos ha dado todo lo que necesitamos para una vida piadosa mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su propia gloria y bondad” (2 Pedro 1:3). Cuando tú y yo hagamos de eso la prioridad de nuestras vidas—vivir una vida piadosa para la gloria de Jesús—y ese deseo se combine con el contentamiento, obtendremos una gran ganancia.

Muy a menudo, cuando nuestras circunstancias están fuera de lugar (tenemos el trabajo equivocado o vivimos en el lugar equivocado o no tenemos suficiente dinero o no tenemos buena salud o lo que sea) nos sentimos tentados a desperdiciar nuestra vida y desperdiciar nuestras oportunidades. Si es así, te insto a que ores a diario para que Dios te enseñe a estar contento con tus circunstancias y te ayude a aceptar lo que se te presente. Pero al mismo tiempo, no te conformes con la vida de capa caída solo porque las circunstancias están terribles.

Acepta, pero no te conformes; debes estar contento y descontento. Puedes mantener ambos en equilibrio; puedes estar más contento y agradecido de quién eres, tal como Dios te hizo, y dónde está tu vida en este momento. Pero también te recordará que no te descuides, sino que siempre debes esforzarte por ser todo lo que puedas ser para la gloria de Jesucristo.