Play

¿Estás contento con la forma en que Dios te creó? Quiero animarte a estar contento con quien eres, pero no donde estás. Debe gustarte la forma en que Dios te creó, pero también esfuérzate por ser todo lo que Dios te creó para ser. Un área en la que puede estar descontento es tu personalidad.

Tu personalidad

Cada uno de nosotros es único; Dios no hace cristianos de molde. Algunos de nosotros somos “personas inclinadas hacia la gente”; algunos son “personas inclinadas hacia los proyectos”. Algunos son extrovertidos, otros son introvertidos. Hay muchas variaciones en las personalidades que Dios ha creado. ¿Estás contento con la personalidad que Dios te ha dado?

Pienso en mi amiga Afton, quien pensó durante años que ser introvertido era una gran desventaja. Pero afortunadamente ha aprendido a apreciar la forma en que Dios la creó y reconoce las muchas fortalezas que tiene porque es tranquila y reservada. Ha escrito un libro al respecto, Viviendo conectado: una guía para la amistad de un introvertido. Es un libro muy útil no solo para los introvertidos, sino que nos ayuda a aquellos de nosotros que no somos introvertidos a apreciar y admirar a quienes lo son.

Mi descontento con mi personalidad era todo lo contrario. Sentía que era demasiado directa, me hacía a cargo de demasiado, demasiado extrovertida, y durante años traté de ser diferente y, por supuesto, fracasé. Recuerdo haber pensado que, lamentablemente, estaba atascada con lo que era. Me ha tomado demasiado tiempo apreciar la personalidad que Dios me ha dado.

El desafío es estar contento con quién eres, pero no dónde estás en tu crecimiento. Concéntrate en los defectos que acompañan a tu personalidad, ora por ellos y pídele a Dios que te ayude a deshacerte de las asperezas. Por ejemplo, no tengo un don natural de misericordia, pero eso no significa que no deba ser una persona misericordiosa. Es una debilidad que he reconocido y por la que he orado, porque necesito ser misericordioso como Dios es misericordioso conmigo.

Hay una libertad maravillosa en aceptar quién eres. Libertad de tener que estar a la altura de las expectativas de los demás, o incluso de las propias. Libertad de tener que ser como otros o competir con otros.