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¿Alguna vez te has enfrentado a decisiones que parecen obligarte a elegir entre dos cosas correctas?

Por ejemplo, es posible que un compañero de trabajo realmente necesite hablar contigo sobre un problema en su vida, pero tú no crees que debas tomarte el tiempo de la compañía para una conversación larga. Sin embargo, no querrás ser indiferente o grosero. Creo que nuestra primera prioridad es hacer bien nuestro trabajo. Eso significa que es posible que tengas que cortar esa conversación con la persona que sufre y hacer una cita para hablar durante el almuerzo o el descanso o después del trabajo, porque no es correcto tomarse el tiempo de la empresa para largas conversaciones personales.

¿Qué pasa con el dilema particular que enfrentan los gerentes y supervisores al ser un supervisor exigente versus mostrar preocupación y cuidado por esos empleados? Piensa en Jesús y su equipo de doce hombres. ¿Crees que estaba exigiendo su tiempo? Tengo la sensación de que esos hombres pasaron días largos y duros con bastante frecuencia.

Ser un supervisor firme, asegurarse de que los empleados que trabajan para ti, hagan bien su trabajo y realicen un buen día de trabajo no es contrario a los principios cristianos de amor y bondad. Como supervisor cristiano, tu trabajo es asegurarse de que sus empleados se desempeñen bien y trabajen duro para la empresa.

Por supuesto, no podemos pedir a los demás lo que no nos damos a nosotros mismos. Todo lo que Jesús pidió a sus discípulos en tiempo y trabajo duro, lo hizo más que ellos. Mientras seas un modelo a seguir de trabajo duro y dedicación para tu gente, te has ganado el derecho de exigir eso de ellos. Francamente, les harás un favor a tus empleados al enseñarles lo correcto del trabajo duro, la honestidad y la diligencia.

Ahora, esa responsabilidad puede hacer que parezcas duro a veces. ¡Si eres como yo, prefiero tener gente como yo que diferente a mí! Sin embargo, la descripción de tu cargo no dice: “Debes gustarle a todo el mundo”. Cuando tienes un empleado que se resiste a trabajar duro o a hacer bien el trabajo, y tú, como supervisor, insistes en hacer el trabajo correcto, es probable que esa persona no te considere su mejor amigo. Bienvenido a la gerencia y al liderazgo; son gajes del oficio.