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A menudo medimos nuestro crecimiento en muchas áreas de nuestras vidas, como las habilidades que hemos adquirido, la experiencia que hemos ganado, la educación que hemos adquirido, y actualizamos rápidamente nuestros currículums, por así decirlo, y dejamos al mundo saber que hemos crecido. Pero, ¿con qué frecuencia nos tomamos el tiempo para medir nuestra madurez y crecimiento espiritual?

El escritor a los Hebreos les está advirtiendo acerca de apartarse de la fe, y escribe: “Sobre este tema tenemos mucho que decir aunque es difícil explicarlo, porque a ustedes lo que les entra por un oído les sale por el otro. En realidad, a estas alturas ya deberían ser maestros, y sin embargo necesitan que alguien vuelva a enseñarles las verdades más elementales de la palabra de Dios. Dicho de otro modo, necesitan leche en vez de alimento sólido. El que solo se alimenta de leche es inexperto en el mensaje de justicia; es como un niño de pecho. En cambio, el alimento sólido es para los adultos, para los que tienen la capacidad de distinguir entre lo bueno y lo malo, pues han ejercitado su facultad de percepción espiritual” (5:11-14).

Esta es una medida real de madurez espiritual, ya sea que estemos comiendo alimentos sólidos o no, o que todavía estemos viviendo de la leche. ¿Qué significa eso? Significa que, si estás viviendo de la leche, todavía eres un bebé cristiano y no estás creciendo en tu conocimiento de la Palabra de Dios. Obviamente, esto está dirigido a aquellos que han sido cristianos por un tiempo, que ahora deberían estar listos para enseñar a otros, pero que aún necesitan aprender las verdades elementales de la Palabra de Dios.

Puedes medir tu madurez espiritual por cuánto deseas realmente adentrarte en la Palabra de Dios, conocerla a niveles cada vez más profundos. Pienso en una amiga de mi clase en la iglesia, que está muy emocionada porque tiene la oportunidad de tomar algunas clases bíblicas de nivel universitario y aprender más. Ella simplemente sonríe mientras me dice cuánto ama estas clases y cómo está aprendiendo tanto. La he visto crecer hasta la madurez en Cristo porque tiene un deseo insaciable, de conocer la Palabra de Dios, y lo convierte en una alta prioridad.

Si tu Biblia casi nunca está abierta de un domingo a otro, si no participas regularmente en un estudio bíblico de algún tipo, si todavía estás en la “escuela primaria” cuando debería estar en la “universidad”, entonces Todavía eres un bebé en Cristo y necesitas crecer.

Cuando miro hacia atrás en mi vida, los años que viví en desobediencia a los principios de Dios fueron los años en que casi nunca abrí mi Biblia. La Biblia te guardará del pecado, pero el pecado te guardará de la Biblia. Entonces, ¿cómo has crecido?