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¿Alguna vez le has dicho a alguien: “¡madura!”? Seguramente hay momentos en los que queremos tomar a alguien por el hombro y decirle: “¡Ay, por favor madura!”. Me pregunto si Dios alguna vez quiere decirme esas palabras a mí, o a ti.

Estoy hablando de cómo podemos medir nuestra madurez espiritual. ¿Estas creciendo en Cristo? El apóstol Pablo abordó este tema de la madurez cuando escribió a varias iglesias. En Efesios 4 escribió “que todos alcancemos la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, hasta ser un hombre de plena madurez, hasta la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Esto, para que ya no seamos niños. . . en cambio. . . crezcamos en todo hacia aquel que es la cabeza: Cristo.” (Efesios 4:13-15).

¿Cuáles son algunas medidas de nuestra madurez? Primero señalé que nuestras palabras revelan nuestra madurez. Un cristiano maduro es aquel que controla su lengua. Otra medida es nuestra motivación. ¿Qué es lo que te motiva a servir a Cristo?

El rey David dio una fuerte exhortación a su hijo, Salomón, quien tomaría el trono después de él. Leemos en 1 Crónicas 28:

“Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre y sírvele con un corazón íntegro y con ánimo voluntario; porque el SEÑOR escudriña todos los corazones y entiende toda la intención de los pensamientos (versículo 9a).

Podemos poner buena cara y engañar a los demás, pero nunca podremos engañar a Dios. Él conoce nuestros pensamientos y nuestros motivos. Esta es un área en la que a menudo pienso y oro, porque soy muy consciente de que rara vez, si es que hay alguna vez, que tengo motivos totalmente puros. Quiero hacerlo, pero escondido muy por debajo, en el fondo de mi corazón, a menudo tengo que admitir mi orgullo, queriendo el elogio de la gente, haciendo lo que hago porque me hace sentir bien.

Finalmente llegué a la conclusión de que de este lado del cielo no es probable que alguna vez tenga una motivación completamente pura, pero mientras sea consciente de ello, ore al respecto y desee servir a Dios con un corazón puro , él lo sabrá y lo comprenderá. Y él revelará mis motivos equivocados y me ayudará a crecer en esta área.

Entonces, otra medida sólida de nuestra madurez espiritual es nuestra motivación: por qué hacemos lo que hacemos. Échale un vistazo.