Play

Sabes, a todos nos faltan piezas en nuestras vidas: esas cosas que realmente deseamos y anhelamos, pero por alguna razón, simplemente no las tenemos. Pueden ser cosas pequeñas o grandes, pero se sientan en el fondo de tu mente, siempre atormentándote un poco, y sientes que realmente falta algo importante. Ahora, el tema clave para nosotros como creyentes es ¿cómo manejamos estas piezas que faltan? Como yo lo veo, tienes varias opciones abiertas para ti.

Puedes obsesionarte con lo que falta y dedicar toda tu energía y tiempo a tratar de encontrar esa pieza que te falta, tratando de obtener lo que crees que es esencial para tu felicidad y realización. Cuando eso sucede, te conviertes en una persona egocéntrica y, si te fijas, las personas egocéntricas suelen ser bastante miserables. Y obviamente, esa actitud egocéntrica es pecaminosa y será dañina para tu vida espiritual.

Puedes amargarte y enojarte por la pieza que falta. ¿Te ha pasado eso? Permíteme recordarte brevemente que la amargura siempre te resulta contraproducente y te convierte en una persona desagradable e infeliz. Cuando empiezas a sentir que es injusto no tener lo que otros tienen y que te han dado una mala pasada, entonces te amargas.

O puedes aprender a aceptar la pieza que falta y enfocar tu vida en lo que si tienes y en las cosas buenas que Dios ha hecho por ti. Eventualmente, incluso puedes agradecer a Dios por la pieza que falta porque te das cuenta de que a través de ella has llegado a conocerlo mejor.

Puedo entender las tres reacciones, porque las he tenido todas. Durante diez años estuve obsesionada con la pieza que me faltaba y déjame decirte que fueron diez años difíciles. A menudo me encontraba sintiéndome amargada y enojada porque otros, aparentemente menos merecedores, tenían lo que yo deseaba tanto.

Pero finalmente entregué la pieza que faltaba al Señor, y Dios me dio muchas otras cosas para llenar el espacio y me mostró que sin esa pieza que faltaba, nunca lo habría conocido como debería. Y conocer a Dios cada vez mejor es la respuesta fundamental a todas nuestras piezas faltantes.

¿Cómo estás lidiando con las piezas que faltan en tu vida? Bueno, quiero animarte a que empieces a aprender a agradecer a Dios por ellas. Y quiero motivarte a que hagas de conocer mejor a Dios tu máxima prioridad.