Play

¡Quiero animarte a que superes la tendencia a compararte con los demás! Tenemos que acabar con este hábito de comparación.

Dios nos ha creado a cada uno de nosotros con personalidades, dones y habilidades únicas. No hay dos de nosotros iguales, y Dios nunca nos compara, uno con el otro. Aprendemos este principio en la parábola de los talentos, como se encuentra en Mateo 25. En esta historia, Jesús aclara que a los tres hombres se les dieron tres recursos diferentes: uno recibió cinco talentos, otro dos talentos y otro recibió solo un talento. Y cuando el maestro evaluó lo que hicieron con sus recursos, los dos primeros recibieron la misma recompensa, aunque uno se quedó con diez talentos y el otro con solo cuatro. Pero ambos eran muy buenos administradores de lo que se les había dado.

El hombre con un solo talento no hizo nada con el suyo, y el maestro lo reprendió fuertemente por esto. Estoy segura de que este tipo miró a los otros dos y pensó que no podía hacer mucho con un solo talento; si tuviera dos o cinco, sería diferente, pero con solo uno para trabajar, simplemente se dio por vencido. Y su condenación por parte del maestro, según cuenta Jesús, fue muy fuerte.

El mensaje que Jesús estaba enviando es que nunca nos compara con otras personas; más bien mira dónde empezamos y dónde terminamos, lo que hicimos con lo que se nos dio. Y si tú y yo somos buenos administradores de lo que tenemos, recibiremos su halago.

Sin embargo, somos tan propensos a compararnos con los demás, y eso nos lleva a estar orgullosos de que tenemos más o podemos hacer más que los demás, o más a menudo, nos lleva a sentir lástima por nosotros mismos, a menospreciarnos o ¡simplemente cambiar a la culpa y rendirte!

¡Realmente quiero animarte a que lo superes! Deja de compararte con los demás. En cambio, aprecia cómo Dios te ha creado, asegúrate de multiplicar los dones que te ha dado, haz lo mejor que puedas con lo que tienes y conoce que Dios nunca te comparará con otras personas. Esa es una tendencia humana, ¡pero no es la forma en que Dios obra!