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Escuchamos mucho sobre encontrar el equilibrio en nuestras vidas, especialmente aquellas de nosotras que somos mujeres trabajadoras. Y para los trabajadores cristianos, tenemos un criterio completamente diferente con el cual medir el equilibrio de nuestras vidas, porque tenemos, o deberíamos tener, una perspectiva eterna: ¿Qué importa para la eternidad?

Nuestro dilema es: ¿Cómo sabemos qué es una vida equilibrada y cómo la encontramos? ¿Cuáles de estas afirmaciones dirías que son verdaderas? Tu vida está en equilibrio cuando:

  • Logras todo lo que planeamos hacer cada día.
  • Eres capaz de cumplir con todas las expectativas que los demás tienen de ti.
  • Nunca te sientes presionada o agotada.
  • Nunca tienes que decir “no” a nadie.
  • Puedes hacer malabares con muchas pelotas en el aire al mismo tiempo.
  • Eres muy buena para realizar múltiples tareas.
  • ¿Son estos los signos de una vida equilibrada? No, no necesariamente. Necesitamos una perspectiva bíblica de lo que significa vivir una vida equilibrada. Entonces, comencemos haciéndonos la pregunta: ¿Por qué estoy aquí?

¿Por qué estoy aquí?

Si eres un seguidor de Cristo, estás aquí para hacer las buenas obras que Él ha planeado para ti hacer:

“Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás” (Efesios 2:10).

No debes ser perezoso; no estás aquí para complacerte a ti mismo; debes ocuparte de los asuntos del Padre. Dios no existe para hacernos felices y realizados y resolver todos nuestros problemas. Le pertenecemos a él, y estamos aquí para hacer lo que él planeó para nosotros.

En las últimas décadas hemos sido programados para creer que merecemos tener lo que queremos. Bueno, la Palabra de Dios ciertamente afirma que cada individuo es especial para Dios, creado a su imagen y semejanza, y amado por él. Pero no estamos aquí para ser adorados y mimados. Estamos aquí para hacer buenas obras.

Cuando te sales de ese parámetro, estás en problemas. Estas son algunas de las razones por las que puedes salirte del plan de Dios para tu vida:

  • Empiezas a “hacer lo tuyo”.
  • Planeas tu vida y le pides a Dios que la bendiga en lugar de buscar conocer y hacer su plan.
  • Tratas de hacer tus buenas obras y algunas otras también.
  • Fallas en buscar la voluntad de Dios.
  • Permites que otros dicten lo que debemos hacer y ser.

Si deseas vivir el tipo de vida equilibrada que contará para la eternidad, debes ser intencional al hacerlo.